martes, 1 de diciembre de 2009

Un Marco Chino

Parece una epidemia.
De pronto, el zócalo de la Ciudad de Oaxaca de Juárez se está llenando de una nueva artesanía global.
No se trata de las vendedoras de textiles originarios, ni los que traen de Chiapas y Tlaxcala y del DF.
No se trata de los chapulines pintados que vienen de Puebla.
No se trata de las artesanías chinas que algún día fueron originalmente indígenas y ahora traen la patente oriental.
No se trata de las pulseras y aretes y anillos de los residuos de la onda folclórica, cuyos vendedores parecen fantasmas de los sesentas.
Es más bien, como un tsunami, o como dirían algunos con afán discriminatorio, sin que se refiera estrictamente al país del que hace alusión: un mar cochino.
El mar de los discos piratas.
Es un negocio extraordinario en el que peca todo mundo, desde el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata y hasta el que se toma la leche imitada.
La propaganda oficial centra el problema en el consumidor. Poco les importa---porque no les conviene---romper esa filita de corrupción que favorece un crecimiento desmedido de los bolsillos de politicos, politiquitos, politiqueros y chachacuales (que así se les dice en Oaxaca a los vendedores ambulantes).
El caso es que la Ciudad de Oaxaca tiene un nuevo marco que probablemente llegó para quedarse.
Es un mar cochino, en el que muchos tal vez, habremos navegado.

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