jueves, 28 de junio de 2018

Elecciones en México: un vacío de esperanza


Era de esperarse.

Hemos llegado a un nivel de competencia electoral donde la ecuanimidad, la imparcialidad, la razón y la civilidad se han esfumado.

La polarización entre un candidato y los otros en la elección presidencial nunca había alcanzado niveles de incertidumbre y descalificación tan persistentes, que esta disputa electoral parece el anuncio previo de una fase de ingobernabilidad y violencia.

Este contexto está caracterizado, además, por una inusitada ola de crímenes en contra de candidatos a puestos de elección popular.

Y pese a esta situación crítica, ningún candidato, ningún partido ni institución ha propuesto una salida viable que llame a preservar la civilidad y la paz.

Ninguno de los candidatos a la presidencia ha tenido la estatura moral para llamar a la civilidad y para contener a sus militantes y simpatizantes y ni mucho menos sus partidos, títeres miopes de la ambición de camarillas.

Es mucho lo que está en juego: el ego de los candidatos.

Por eso es predecible que ninguno de ellos llamará a los demás para suscribir un acuerdo de civilidad y paz porque todos, como en el póquer, están cuidándose de los demás.

Esta ausencia de liderazgo político, este vacío de inteligencia de gobierno nos hace dudar realmente de las promesas de los candidatos, pues ante un maremágnum de ingobernabilidad, son incapaces de mirar con altura de miras, si no pueden lidiar con una competencia en la que son actores, difícilmente podrán gobernar un país cuyas complicaciones son superiores a su momento político.

Lástima, estamos ante un vacío de esperanza.