martes, 16 de junio de 2015

Amantes

El "Chachacual" era un vendedor de discos piratas casado y con hijas.

Su puesto ambulante lo tenía justo enfrente de la zapatería "El Gran Calzado", donde laboraban unas cuatro empleadas ordinarias que no despertaban el menor interés de ningún hombre.

Tal vez la irrelevante vida del "Chachacual", a sus cuarenta años, se hubiera mantenido igual de aburrida, de no ser por la contratación de una nueva empleada en la zapatería, una joven madre, casada y con hijos, que se vio en la necesidad de trabajar para contribuir al gasto familiar.

La característica de la nueva adquisición de la tienda de calzado, era un cuerpo realmente atractivo, delgada y con curvas pronunciadas, que llamaban la atención por sus vestidos de una sola pieza, muy ajustados y cortos, dejando ver unas bien torneadas piernas que se sostenían coquetamente sobre enormes tacones. Sin duda, lo que robó el corazón del "Chachacual" fue la sonrisa franca y abierta de la nueva empleada, que era igual de sonriente con todos los hombres.

Los primeros cambios en la vida del "Chachacual", después de muchos años de casado, fue bañarse diario, comprarse ropa nueva y abrir muy temprano y cerrar muy tarde su negocio ambulante de discos piratas, para coincidir la mayor parte del tiempo con la nueva empleada.

A la una de la tarde, que era la hora en que salía a comer la empleada nueva, de nombre Zulema, el "Chachacual" la seguía y se metía a comer en el mismo lugar que ella, por lo que no le fue difícil invitarla a comer, situación que ella agradeció mentalmente, pues le significó un auxilio económico en su raquítica situación financiera.

De este modo, el "Chachacual" pudo conocer que ella llevaba una docena de años de casada, que su matrimonio estaba muy mal por la situación económica y los problemas y las diferencias con su marido crecían, no sólo por las discusiones, sino también porque ella sentía que las actitudes de su marido la estaban orillando a buscar consuelo en otros brazos.

El "Chachacual" olió la oportunidad y de los primeros acercamientos pasó al enamoramiento. Él también le hablaba a ella muy mal de su esposa. Le decía que no lo apoyaba, que no lo comprendía y que era gruñona y que era excesivamente celosa y que ya no sentía nada por ella y que esperaba la oportunidad para divorciarse. Aunque él se expresaba así de su esposa, era evidente que decía todas esas cosas sólo para ganarse la confianza de Zulema.

Bajo el calor de la primavera y la soledad del riesgo, ubicaban lugares para comer cada vez más discretos, acompañando sus alimentos con bebidas alcohólicas y pasando a la primera etapa de la infidelidad a través de besos y cachondeos sumamente atrevidos.

Parecía que ambos, después de muchos años de casados, habían encontrado nuevamente el  enamoramiento, pero con la convicción de que, teniendo pareja, todo aquello debía terminar únicamente en el sexo.

Durante esta etapa, la bella Zulema había encontrado la manera de ajustarse más los vestidos cortos de una sola pieza y portaba prendas íntimas más provocadoras. En una ocasión que su esposo fue enviado lejos por razones de trabajo, el "Chachacual" y Zulema convinieron en verse en otro lugar, en una conversación más o menos así:

Zulema: ¿Pero a dónde me quiere invitar, Chachacual?
Chachacual: Pues primero nos tomamos una cervecita y luego nos vamos a un lugar más discreto donde yo le pueda decir todo lo que siento por usted.
Zulema: Pero nos pueden ver.
Chachacual: No se preocupe, donde la voy a llevar nadie nos conoce.
Zulema: Bueno, está bien que sea a la hora de la comida para que no sospechen nada en mi trabajo.
Chachacual: Ya está. Yo le voy a enviar un mensaje mañana a las doce y de ahí la espero cerca de aquí.
Zulema: Voy a estar al pendiente y espero que esto sólo quede entre nosotros dos.
Chachacual: No se preocupe Zulema, yo soy un caballero y usted es una dama y simplemente nos veremos para conversar y a lo mejor algo más.
Zulema: Está bien, hasta mañana.
Chachacual: Hasta mañana, mi reina.

Al día siguiente, Zulema se presentó a trabajar con un vestido de una sola pieza más ajustado de lo normal. Iba excesivamente maquillada y se había depilado todo el cuerpo. Debajo de su blanco vestido terminado en minifalda se dibujaba una pequeñísima prenda interior. Ese día se le notó muy nerviosa en su trabajo. Cometió varios errores y miraba su celular con insistencia. Llegado el medio día recibió el mensaje del Chachacual, en el que decía que se encontraba estacionado unas cuadras cerca de ahí. Ella se apresuró a salir en su búsqueda. Subió a la camioneta del Chachacual y sumamente nerviosa y excitada le dijo al Chachacual: "No tengo hambre, primero vamos a platicar donde usted quiera."

El Chachacual no lo pensó dos veces y se dirigió a un discreto Motel, llamado "La Reina de las Sirenas". Antes de subir a su habitación, dentro de la cabina de la camioneta, se besaron de manera muy sensual y se acariciaron mutuamente. Subieron de prisa las escaleras de su habitación y continuaron los besos en la boca y el cachondeo de las caricias por todo el cuerpo. El Chachacual estaba sorprendido porque realmente quién dirigía la acción era Zulema, por eso, cuando ella le dijo, "ya, por favor, ya hazme tuya", el Chachacual se sintió un superhombre y pensó que a ella le estorbaba el vestido, por lo que quiso bajárselo pero no podía porque lo tenía muy ajustado, entonces ella le dijo, "para arriba" y el Chachacual, sumamente excitado levantó el vestido con todas sus fuerzas, rompiendo un poco el cierre de la espalda y después lo jaló con tanta fuerza por sobre la cabeza de ella, que no se dio cuenta que Zulema se desmayó por la forma en que le sacó el vestido.

Ella se desplomó y el Chachacual se le fue encima como una fiera sin control.

Sólo al ver que ella no reaccionaba el Chachacual se dio cuenta de que ella no estaba bien y pensando que estaba muerta, la vistió como pudo, la echó en la camioneta y la tiró en la orilla de la carretera para después huir con toda su familia para otro estado.

Ese mismo día, pero más tarde, unos estudiantes descubrieron el cuerpo de Zulema y llamaron a la policía. Como estaba viva pero inconsciente, la atendieron en la Cruz Roja y cuando llegó su marido para verla, ella confesó que unos malvivientes la secuestraron y que intentaron violarla, pero que ella no se dio cuenta de nada, hasta que despertó en la camilla del hospital.

Su marido se reconcilió con ella porque al contribuir con el gasto familiar, ella había expuesto su integridad en beneficio de su familia.

Zulema no supo más del Chachacual, pero se sintió agradecida con la confianza de su marido y se prometió que la próxima vez usaría un vestido menos ajustado para quitárselo de manera más fácil y rápida.