sábado, 10 de febrero de 2024

Cuando Juan De Dios Peza se enamoró de Oaxaca y de las oaxaqueñas














Foto: el poeta Juan De Dios Peza en su juventud. Tomada del sitio de internet:  https://archivo-olavarria.iib.unam.mx/images/proyecto/corresponsales/01JuandeDiosPeza.pdf

Juan de Dios Peza fue un intelectual mexicano que escribió historia, teatro, ensayo, biografía, crítica, memorias y narrativa.

 Se desempeñó como profesor de la Escuela Nacional de Música, diplomático representante de México en Madrid, diputado federal por el Estado de Veracruz, director de la Beneficencia pública y periodista, pero además, fue un poeta extraordinario.

Es considerado uno de los grandes poetas cantores de la patria, de la familia y del amor. Sus Cantos del Hogar, tuvieron un enorme éxito internacional y es ampliamente reconocida su colección de poemas y loas a la Patria, a sus prohombres y a momentos clave de la historia nacional.

En un excelente esbozo biográfico titulado "En torno a Juan de Dios Peza", la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Irma González García hace una descripción muy precisa del poeta:

"El poeta era bondadoso, amable, sencillo, modesto, de ágil ingenio y fácil palabra. Dotado del don de improvisar, su conversación resultaba atrayente y agradable. Siempre dispuesto a ayudar a los necesitados que acudían a pedirle ayuda. Sensible hasta las lágrimas por su gran corazón. De finos modales por el medio aristocrático en que se educó."(1)

Nació en la Ciudad de México el 29 de junio de 1852 y falleció en Toluca, Estado de México, el 16 de marzo de 1910 a la edad de 57 años. Su nombre completo era Juan de Dios Pedro Pablo Peza Osorio. (2)

Juan de Dios Peza visitó Oaxaca el 12 de noviembre de 1892 acompañando al presidente Porfirio Díaz para inaugurar la introducción del ferrocarril en la entidad. 

 Asistió en la comitiva de funcionarios del régimen y con representantes de la  comunidad empresarial, intelectual, artística y política del estado y del país.

La inauguración del ferrocarril en Oaxaca fue un acontecimiento emotivo por el  reencuentro del pueblo oaxaqueño con uno de sus hijos pródigos, el General Díaz, que regresaba a su patria chica  en su carácter de Presidente de la República para incentivar el desarrollo y convivir con sus paisanos.

La prensa nacional y local dio una amplia cobertura a este acto y a pesar de que el General Díaz se regresó a la capital del país el 14 de noviembre, Juan de Dios Peza y otros funcionarios se quedaron en Oaxaca para seguir encabezando los festejos que, entre otras actividades, incluían una visita a varios lugares como el Tule y Mitla.

Inspirado por la majestuosidad del árbol del Tule, el poeta citadino habría disfrutado esa maravillosa conexión con aquel ejemplar de la naturaleza y escribió el siguiente poema(3):

¡Con qué pompa a la vista 
te presentas titán 
de estas risueñas soledades!
Si sacuden tu copa las tormentas 
sollozan en las ramas las edades.
¿Qué te puedo decir?
Inspiras tanto 
que a mí me basta 
recoger tu nombre 
y darte mi mutismo
como canto 
¡Junto a un árbol así 
nada es el hombre! 

Qué fascinante debió haber sido acompañar al maestro Peza durante su recorrido por las ruinas de Mitla, ya que mientras observada esas estructuras creadas por los antepasados de los oaxaqueños, su mente y su corazón se armonizaban en el proceso creativo, que dio como resultado el poema que es considerado por la crítica literaria como un ejemplo belleza extraordinaria por su técnica y su sensibilidad artística:   

EN LAS RUINAS DE MITLA (4)

Maravillas de otra edad;
Prodigios de lo pasado;
Páginas que no ha estudiado
La indolente humanidad.
¿Por qué vuestra majestad
causa entusiasmo y pavor?
Porque de tanto esplendor
Y de tantas muertas galas,
Están batiendo las alas
Los siglos en derredor.

Muda historia de granito
Que erguida en pie te mantienes,
¿qué nos escondes? ¿Qué tienes
por otras razas escrito?
Cada inmenso monolito, 
Del arte eximio trabajo,
¿quién lo labró? ¿Quién lo trajo
a do nadie lo derriba?
Lo saben, Dios allá arriba;
La soledad aquí abajo.

Cada obelisco de pie
Me dice en muda arrogancia:
Tú eres dudas e ignorancia,
Yo soy el arte y la fe,
Semejan de lo que fue
Los muros viejos guardianes…
¡qué sacrificios! ¡qué afanes
revela lo que contemplo!
Labrado está cada templo
No por hombres, por titanes.

En nuestros tiempos ¿qué son
Los ritos, usos y leyes,
De sacerdotes y reyes
Que aquí hicieron oración?
Una hermosa tradición
Cuya antigüedad arredra;
Ruinas que viste la yedra
Y que adorna el jaramago:
¡la epopeya del estrago
escrita en versos de piedra!

Del palacio la grandeza;
Del templo la pompa extraña;
La azul y abrupta montaña
Convertida en fortaleza;
Todo respira tristeza,
Olvido, luto, orfandad;
¡aun del so l la claridad
se torna opaca y medrosa
en la puerta misteriosa
de la negra eternidad!

Despojo de lo ignorado,
Busca un trono la hoja seca
En la multitud greca
Del frontón desportillado.
Al penate derribado
La ortiga encubre y escuda;
Ya socavó mano ruda
La perdurable muralla…
Viajero: medita y calla…
¡Lo insondable nos saluda!

Sabio audaz, no inquieras nada,
Que no sabrás más que yo;
Aquí una raza vivió
Heroica y civilizada;
Extinta o degenerada,
Sin renombre y sin poder,
De su misterioso ser
Aquí el esplendor se esconde
Y aquí sólo Dios responde
¡Y dios no ha de responder!

El periodista local Carlos Filio registró con fidelidad el desarrollo de estas actividades en su libro de crónicas "Estampas Oaxaqueñas", en donde dice que el día 15 de noviembre, Juan de Dios Peza embriagado por las muestras de admiración y cariño de la comunidad oaxaqueña, improvisó un poema, del que sólo hemos podido encontrar la primera estrofa:

"Por esta tierra heroica, tan querida,
a la que Juárez grande galardona...
La amistad es el alma de la vida,
y nos da su amistad como corona."(5)

En una cena de gala Juan de Dios Peza fue rodeado por algunas bellas mujeres que sabedoras de la sensibilidad y gran capacidad creativa del poeta lo fueron  acorralando con aires seductores para que les escribiera un poema a cada una de ellas. 

El poeta se dejó a desear un poco y cuando aumentaba el número de admiradoras les solicitó rápidamente sus nombres y a vuelo de pájaro inmortalizó ese momento en quintillas de versos octosílabos(6), quedando bien con todas y demostrando su gran talento literario:

¡En Oaxaca......! ¡Por San Juan!
allí está Vasconcelos
y es verdad, con celos van
los ángeles de los cielos
que contemplándola están.

En este heroico vergel
de Juárez hay un lucero
de gracias, Pérez Raquel;
y como rosas de miel
una Rosaura Rivero.

¡María Arias! por discreta
todos la quieren allí;
¡es el sueño de un poeta!
y un ángel: Carmen Zeta,
y un astro: Amalia Sadí!

Tres luces de encanto llenas
y de hermosura sin par
con las tardes más serenas:
Luz Mariscal, Luz Arenas,
Luz Ramírez de Aguilar.

Una Aurora Figueroa
que ¡vamos! de quicio saca
no digo a un hombre, a una boa;
¡Ni aquí ni en Guanabacoa*
se tiene lo que en Oaxaca!

(*Guanabacoa es un municipio de La Habana, Cuba, que seguramente el poeta conoció por su amistad con el poeta cubano José Martí.)

Juan de Dios Peza es uno de los grandes poetas mexicanos que le cantó a la vida, al amor, a la Patria y a Oaxaca. Su obra perdura en el tiempo y constituye una de las columnas de la grandeza mexicana y de la identidad nacional.



Notas:

1. Contreras García, Irma. "En torno a Juan de Dios Peza". Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, (julio-diciembre de 1970) Disponible en internet en: http://publicaciones.iib.unam.mx/index.php/boletin/article/viewFile/102/96 

2. https://gw.geneanet.org/sanchiz?lang=es&p=juan+de+dios&n=peza+osorio 

3. Este poema está escrito en una placa bajo el árbol del Tule en Oaxaca, por lo que es probable que lo haya improvisado y entregado en ese momento a sus anfitriones. Hay una versión de este poema en internet: https://www.launion.com.mx/morelos/sociedad/noticias/60447-el-arbol-del-tule-el-silencio-del-tiempo.amp.html

4. Poemas de Juan De Dios Peza, disponible en internet en: http://www.los-poetas.com/l/peza1.htm

5. Filio, Carlos. "Estampas Oaxaqueñas". Edición del Autor. Oaxaca de Juárez, 1935. Pgs: 25.

6. Ibid. Pág. 79.