lunes, 24 de septiembre de 2012

Rodolfo Morales: la batalla postmortem

La batalla continúa.

Después de muerto, el pintor Rodolfo Morales, sostiene una dura batalla contra la iglesia católica que dirige en Ocotlán de Morelos, Oaxaca, el joven y dinámico sacerdote Saturnino Herrera, que, en un acto de reivindicación de espacios, desea aprovechar el atrio perteneciente originalmente al templo de Santo Domingo.

Cabe recordar que Rodolfo Morales, a través de su fundación, dedicó buena parte de sus ingresos y de su vida al rescate del ex convento de Santo Domingo, Ocotlán de Morelos, ante la indiferencia, el celo y hasta el rechazo de diversas autoridades eclesíasticas.

Hoy en día, el atrio de esta iglesia y el convento, convertido en el Museo Rodolfo Morales, son administrados y están legalmente bajo el resguardo de la Fundación Rodolfo Morales, que inexplicablemente la Iglesia Católica omitió registrar como patrimonio nacional, en su momento.

Rodolfo Morales aprovechó el enorme atrio del templo católico para sembrar árboles y diseñar unas bancas que forman parte de la imagen mundial de ese templo.

Saturnino Herrera, el joven sacerdote, que es reconocido en el círculo de los decanatos Ocotlán-San Antonino Castillo Velasco-Ejutla y Miahuatlán, como un hombre inteligente de claras convicciones pastorales, reclama un espacio que en la mayoría de los templos católicos les pertenece a las asociaciones religiosas.

Su demanda es legítima, pero el pasado pesa y la memoria colectiva de abandono, indiferencia y olvido en que se encontraba el ex convento de Santo Domingo, pese a los evidentes y generosos ingresos de limosnas que recibía, como las vicisitudes que tuvo que sortear en su momento Rodolfo Morales para rescatarlo, no se olvidan y por esta causa han puesto en el blanco al sacerdote Saturnino.

No se sabe en qué acabará esta batalla, pero nada se ha abordado por la vía legal.

martes, 18 de septiembre de 2012

Elogio de Oaxaca


Gutierre Tibón, en su libro "Aventuras en México", (Diana, 1989), dedica un capítulo a cada estado del país.

En su elogio de Oaxaca, escrito en 1955, el gran sabio hace una introducción que vale la pena reproducir:

"(...) Los zapotecos y mixtecos no eran tan sólo grandes arquitectos, escultores y orfebres, sino notables ingenieros. Para retener las aguas de la lluvia y al mismo tiempo evitar la erosión, construían amplias terrazas agrícolas.

"Volando de Oaxaca al mar se atisban varias de esas terrazas; sólo en Monte Negro ya más de cincuenta, que cubren toda la montaña, desde el valle hasta la cumbre; una magistral técnica antigua, que puede servir de ejemplo a los agricultores mexicanos de hoy y mañana.

"De la estirpe de los constructores de Monte Albán era Benito Juárez, zapoteco puro, que en un momento crítico de la historia se volvió árbitro de la política intercontinental. Hace diez años hice mi primera visita a su cuna Guelatao. Conocí a los Juárez que todavía viven en la aldea, humildes campesinos, y consideré un honor compartir su mesa. Hace poco estuve, por segunda vez, en Guelatao, y los Juárez me recibieron como a un viejo amigo. Por ellos supe que en la vecina Analco moran unos tlaxcaltecas, descendientes de los aliados de Cortés, que se quedaron allí, en el corazón de la sierra zapoteca. Conservan celosamente un lienzo, parecido al famoso lienzo de Tlaxcala. Creyeron que el antiguo documento de su origen y valor les daba derecho a volver a su provincia al cabo de cuatro siglos y, en tal sentido, hicieron una petición al gobernador. Pero éste tuvo que contestarles que no les podía dar tierras, por ser Tlaxcala un Estado pequeño y con gran exceso de población. Les aconsejó que buscaran otro asiento en Oaxaca, que es muy extenso y fértil.

"(...) Para tejer el elogio de la Ciudad de Oaxaca necesitaría mucho espacio. En el templo de Santo Domingo descubro siempre nuevos detalles de maravilla. La atmósfera de Oaxaca en las fiestas navideñas se me antoja incomparable; la mejor tradición culinaria mexicana sobrevive en algunas fondas modestas, cuyas dueñas son cocineras de gran categoría.

"Y hablando de mujeres oaxaqueñas: en ninguna parte del mundo he visto una auténtica elegancia colectiva, un lujo inteligente y un garbo tan exquisito como en el mundo femenino del Istmo de Tehuantepec. Quien me tache de exagerado, vea un baile de fin de año en Tehuantepec o asista a las fiestas de mayo en Juchitán.

"Una característica sobresaliente de los oaxaqueños -todos, los de tierra fría, los de los valles centrales y los de la costa-- es su musicalidad. Hace años tuve la gratísima sorpresa de escuchar, en un pueblo serrano de difícil acceso, Ixtlán, una admirable ejecución del preludio de 'La Urraca Ladrona' de Rossini. La banda la formaban campesinos de huarache; pero, ¡qué disciplina, qué ritmo, qué sensibilidad! También vi, en Ixtlán, una guelaguetza, la fiesta de las ofrendas, quintaesencia de lo oaxaqueño.

"Oaxaca: región productora de ingenios. Por supuesto, entre los ingenios políticos descuellan Benito Juárez y Porfirio Díaz; entre los literarios, el novelista y filósofo José Vasconcelos, el sutil Andres Henestrosa y el sabio Gonzalo Báez Camargo; entre los pintores, Miguel Cabrera, que floreció a fin del siglo XVIII, y Rufino Tamaño, uno de los 'cuatro grandes' de la pintura mexicana contemporánea."

martes, 11 de septiembre de 2012

Visos del remedio contra bloqueos, parece.


Es la gran duda.

Hoy martes por la mañana unas sesenta personas integrantes del Sindicato Único de Trabajadores del Instituto Oaxaqueño Constructor de Infraestructura Física Educativa (SUTIOCIFED), que habían cerrado la circulación en la calzada San Felipe, para apoyar la atención a sus demandas laborales, fueron desalojados por la Policía Estatal.

Que los manifestantes hayan cerrado la calzada San Felipe, que conduce a una de las zonas habitacionales de nivel medio y alto del municipio, en el que habita una gran cantidad de funcionarios públicos de primer nivel, no es novedad. Lo que llama la atención es que se haya aplicado a la policía estatal para liberar con prontitud y eficacia el bloqueo de los inconformes.

Es decir, sí se puede. 

Sí puede intervenir la autoridad, con eficacia, para impedir el daño a los derechos de terceros.

Con esta señal, seguramente a partir de ahora los manifestantes intentarán agotar las vías institucionales y lo pensarán dos veces antes de exponerse físicamente a la coerción de los cuerpos de seguridad pública e incluso, a ser sometidos al ejercicio de la acción penal.

Por eso la gran duda es si estamos ante la ratificación del estado de derecho, en el que las instituciones, con apego a la legalidad y con pleno respeto por los derechos humanos, realizarán las delicadas funciones que tienen asignadas en este tipo de situaciones, o es solamente una medida aislada.

En caso de que se tratara de una medida aislada habría una gran decepción, porque entonces, la autoridad intervendría donde la geografía del nivel socioeconómico lo ameritara, y el costo social y político fuera de menores dimensiones, como en el caso de sindicatos y organizaciones de bajo perfil.

Sólo el tiempo demostrará el auténtico sentido de estas medidas.