lunes, 30 de abril de 2012

La salud por el ajo

El Ajo:
Protege el corazón, baja la presión arterial, ayuda a que descienda el colesterol maligno, modera el nivel de lípidos y evita la coagulación, evita infecciones, evita la reproducción hongos, evita la reproducción de lombrices intestinales, expulsa las flemas, descongestiona las vías respiratorias, estimula la producción de orina. Energizante. Reduce la fiebre. Afrodisiaco. El azufre que contiene disminuye las probabilidades de que se desarrolle cáncer de estómago.

Usos:
Crudo, machacado, cocido, frito, asado, en forma de aceite, en bebidas preparadas, macerado en agua o en alcohol y aplicado directamente en forma de cataplasma, emplasto o compresa.

Porciones:
Para prevenir o curar algún transtorno se recomienda ingerir un diente de ajo diariamente en cualquiera de las formas que aquí se presentan.

Contraindicaciones:
Por ser anticoagulante, se sugiere no ingerirlo antes de someterse a cualquier tipo de cirugía.

Continuará...

Fuente: HERNANDEZ MENDEZ, Angela. Herbolaria Oaxaqueña para la Salud. INM. México, 2009. Primera Edición. Pp. 31-33

jueves, 19 de abril de 2012

El hijo gringo de Porfirio Díaz

Casi nadie lo sabe.

Al menos en México.

Pero es probable que la descendencia "no oficial" de Porfirio Díaz tenga mayor vigencia en el sur de los Estados Unidos que en nuestro país.

La referencia--- como suele suceder con la ropa sucia que se lava en casa---, se encuentra en una autobiografía clásica del México contemporáneo: las memorias de Gonzalo N. Santos.

Escribe Gonzalo que a finales de los años veinte, del siglo pasado, se encontraba comisionado en Tabasco, apoyando al candidato presidencial Pascual Ortíz Rubio, cuando fue llamado para acompañar al General Plutarco Elías Calles a los Estados Unidos, de donde éste partiría hacia Europa.

Creo que históricamente eran los momentos que hoy conocemos como el maximato.

En este trayecto del viaje Gonzalo describe cómo conoció al hijo "bastardo" (así lo llama él) de Don Porfirio Díaz.

Para comprender mejor el asunto, reproduzco el texto:

"(...) Y llegamos en el tren presidencial hasta la frontera, donde la máquina desenganchó el tren escolta y pasó el tren Olivo al lado Americano, en donde para sorpresa mía y creo que de todos los demás, estaba formada a ambos lados de la vía y en la estación, una unidad de caballería de no menos de seiscientos jinetes con sus fusiles en guardia, cubriendo los dos lados de la vía en largo trecho y quedando nuestro tren entre las dos vallas de soldados estadunidenses con sus respectivos jefes y oficiales al frente.

"Seguramente que el general Calles ya sabía que el juez de distrito del Condado de Webb, don Juan Balls, había dado órdenes de aprehensión contra él, porque según el juez Juan Balls, el general Calles era el director del secuestro y asesinato del general Lucio Blanco; secuestro verificado en San Antonio Texas, en el lobby del hotel San Antonn y el asesinato en una panga donde pasaron a Lucio Blanco y lo echaron al río Bravo. La cuestión es que nosotros, los acompañantes del general Calles, nos 'arremolinamos' junto a él esperando lo que fuera. No tardó en llegar el cónsul mexicano en Laredo acompañado del coronel jefe del ejército americano, quien saludó militarmente al general y le dijo: 'Por órdenes del jefe del Estado Mayor del Ejército Americano, vengo a a hacerle los honores militares que a su alta jerarquía corresponden'. Calles le dio las gracias por su conducto al jefe del Estado Mayor del Ejército y a él en lo particular, todo esto traducido por nuestro cónsul en Laredo.

"Yo me quedé pensando lo que dijo el coronel a don Plutarco: 'Que iba a hacerle los honores militares que correspondían a su alta jerarquía'. El general Calles era general de división en disponibilidad y no ocupaba ningún puesto ni militar ni político, entonces, seguramente que los gringos nos madrugaron en proclamarlo "jefe máximo" dos años antes que nosotros.

Sobre el juez don Juan Balls, que como ya dije anteriormente era juez del distrito del condado de Webb, o sea el condado que tiene por cabecera Laredo, Texas, era hijo bastardo del general Porfirio Díaz y una americana a quien hizo esa travesura cuando revolucionaba contra don Benito Juárez allá por Matamoros y era Balls enemigo acérrimo de la Revolución y de todos los mexicanos, con excepción de los científicos, porfiristas y huertistas. La 'raza' le llamaba Juan 'Bolas'. Después, siendo yo senador de la República y presidente del bloque del Senado durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas, don Juan Balls y yo hicimos gran amistad; me lo presentó el cónsul general de México en San Antonio, Texas, Lauro Izaguirre, y cuando nos conocimos me dijo: 'Es usted el primer revolucionario mexicano al que le doy mi mano" y yo le contesté: 'En cambio, yo a muchos reaccionarios les he dado la mía'. Nos reímos los dos y todos los presentes y desde entonces ya no volvió a molestar a ningún revolucionario mexicano.

"Era don Juan Balls un verdadero cacique en todo el condado de Webb y hacía sentir su influencia hasta en Austin, la capital de Texas. Durante la plática que sostuvieron el general Calles y el coronel jefe del regimiento americano, los marshalls y los alguaciles de don Juan Balls se conformaron con ver de lejos al viejo Calles y a nosotros los de su comitiva, a través de los claros que dejaban los caballos que montaban los soldados gringos.

"Enganchando todos los carros del tren Olivo a una máquina americana y tripulación americana también (que seguramente gestionaron los Ferrocarriles Nacionales de México) nos seguimos hasta San Antonio Texas. (...)"

Y hasta aquí, al menos todas las referencias que hace Gonzalo N. Santos del hijo incómodo de Don Porfirio Díaz.

Bien, por el dato.

Bibliografía:
Gonzalo N. Santos, Memorias. Editorial Grijalbo, México, 1986. Tercera edición. Pp: 431-433.

jueves, 12 de abril de 2012

Campañas políticas en Oaxaca

El panorama es de apatía.

Como que existe un sentimiento de escepticismo general.

Aunque en menor medida, todavía se practica la cargada, es decir, la maquinaria que presionando cada vez más sobre los cada vez menores recursos oficiales es capaz de movilizar acarreados, cobrando facturas y ofreciendo el paraíso.

Se queja la paisana del mercado de abastos: "nos obligó a ir el líder", pero sonriente rememora "el candidato nos saludó de mano a todas".

Las mujeres son las más entusiasmadas, se sienten parte de la telenovela.

Esto no es política. Es un show y todas son fans.

"A nosotras nos trajeron en los camiones que pagó el municipio y hasta nos dieron tortas".

Me acuerdo de mis lecturas universitarias, más especialmente de Mediocridad y Delirio de Hans Magnus Enzesberger.