lunes, 24 de marzo de 2014

Perros peligrosos sin control en Oaxaca

Es lamentable.

Reporta el periódico Noticias de Oaxaca sobre la marcha que realizaron padres de familia y maestros para exigir castigo al dueño de un perro pit bull que atacó a una niña de tres años en el mercado "Ignacio Zaragoza" del municipio de Huajuapan.(http://www.noticiasnet.mx/portal/oaxaca/roja/privacion/201235-exigen-preescolares-justicia-por-ataque-de-pit-bull-su-companera)

La niña se encuentra internada y la comunidad se ha solidarizado con ella y su familia al tiempo que exigen castigo para el dueño del perro pitbull.


La verdad es que cada día es más frecuente ver a esa clase de animales en cualquier parte del territorio oaxaqueño que son reproducidos, comercializados y ofrecidos en venta, ingenuamente como mascotas, a cientos de familias que desconocen que el perro pitbull está clasificado como un perro potencialmente peligroso, según la Wikipedia.

Claro, siempre que he platicado con dueños de animales como el pitbull o el rottweiler, dicen que son indefensos e incapaces de morder a un niño. Lamentablemente, no es la primera vez que leo en las noticias sobre los ataques agresivos de estos animales, incluso a sus propios dueños.

No se trata desde luego de "criminalizar" a los perros, aunque sí debería de existir una reglamentación que exija responsabilidad a sus dueños, pues aún cuando la ley los haga responsables por los ataques de sus animales, por mucho que se responsabilicen, difícilmente podrán reparar el daño en su totalidad, por el nivel de agresión y consecuencias físicas y emocionales de sus víctimas, cuándo éstas han sobrevivido a un ataque.

Sensatamente debería de exigirse a nivel oficial la reglamentación sobre ciertas razas de animales que tienen algún grado de peligrosidad, pues hoy en día es fácil comprar en internet, en domicilios particulares y en veterinarias el pitbull o el rottweiler, sin ningún control canino, por lo que el registro y seguimiento de la población de esta clase de animales está fuera de control.

Lo que es peor, todavía, es que dichos animales vagan sin ninguna medida de seguridad para los transeúntes y también para los propios perros callejeros, que en más de una ocasión he visto cómo son atacados violentamente por pitbull o rottweiler, a los que les han tenido que destrabar su poderosa mandíbula con auxilio de algún palo o metal, para que puedan soltar a su presa.

 Por lo pronto la pequeña niña de tres años y meses que fue atacada por el pitbull convalece en el Hospital de la Niñez Oaxaqueña con un futuro incierto, pero cuántos casos más habrá que no se documentan o difunden. ¿Cuántos perros potencialmente peligrosos, como los de estas razas, andan sueltos en este momento, por la irresponsabilidad de sus dueños y de las autoridades?

No hay que esperar a que un perro atacante y su dueño sean sacrificados para llamar la atención de las autoridades competentes para regular esta amenaza.

Va nuestra solidaridad con la pequeña Ana Karen, con sus familiares y con sus profesoras del preescolar "Niños de mi Patria", a quienes hay que reconocer el valor y la determinación de llamar la atención de las autoridades para evitar que este tipo de lamentables hechos se sigan reproduciendo.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Voyeur involuntario

Fue sin querer.

Ese día por la mañana abordé la camioneta de pasajeros de regreso a la ciudad de Oaxaca en un punto intermedio de la Sierra Sur.

Me tocó el asiento de la última fila, en el que pude notar a simple vista una pareja de tórtolos.

Siempre me ha parecido de mal gusto mirar lo que hacen las parejas, pero me incomodaba mucho esa sensación de ser observado por ellos, de modo que discretamente miré a esas personas que me contemplaban con cierta curiosidad.

Efectivamente, me miraban como bicho raro. Supongo que se incomodaron también porque a este pasajero le dieron ese asiento, contra su voluntad, ya que cuando viajo me gusta ir hasta adelante, para contemplar el camino.

Pero su mirada no era de reproche, era de sana curiosidad.

Ella, una mujer blanca como de 18 años con el cabello teñido de rubio. Rolliza, de ojos verdes y maquillada cuidadosamente. Vestía con una blusa roja ajustada de escote recatado y un pantalón blanco ajustado que dibujaba sus musculosas piernas.

Su acompañante parecía no mayor de 21 años, usaba pantalón de mezclilla, botas, camisa de vaquero con las mangas dobladas y el corte de pelo tipo militar; nariz aguileña y mirada retadora, intimidaba. Visto con mayor cuidado, el que suponía un varón, era en realidad otra mujer, eran lesbianas.

La mirada de la que hacía de hombre---o activa---, era escrutadora. Veía con curiosidad mis bostonianos recién boleados, mi pantalón de vestir recién salido de la tintorería y mi camisa de vestir cuidadosamente planchada, pero al mismo tiempo, ella se miraba sus botas, su pantalón de mezclilla, su camisa de monta toros y su cinturón piteado de cuero de vaca. Creo que se dió cuenta de que no era totalmente hombre. O al menos, al mirarme, conocía otra forma de ser hombre y eso llamaba su atención.

Su acompañante también me miraba con curiosidad y parecía que comparaba a su pareja. Me dieron la impresión de que estaban recién iniciadas en la vida homosexual y que mi presencia les deparó la oportunidad de contemplar y comparar el rol de un varón.

Me sorprendió porque casi no conozco casos de lesbianismo en provincia o parecen ser escasos.

Ambas mujeres tenían el tipo físico de la zona, tanto la blanca como la morena; podría ser, incluso, que esta fuera su primera vez rumbo a la ciudad, ya que contemplaban la ruta como un niño que explora por primera vez un camino nuevo.

La activa abrazaba y besaba a la rubia, hacía comentarios intrascendentes para llamar su atención, como cuando un adolescente está tratando de conquistar a una chica.

En diversos momentos, la activa me daba la espalda para que no las viera, pero la rubia me buscaba con la mirada tratando de decirme algo que nunca entendí. Luego, la activa volteaba a mirarme con desprecio y gesticulaba malas palabras silenciosamente, pero yo fingía que no la veía.

La lesbiana activa abrazó y atrajo hacia ella con violencia a la rubia. Se miraron a los ojos un rato, escuadriñándose, tratando de encontrar algún indicio de cambio en su relación. Como la rubia no dejara de mirarme con total indiscreción e incluso con coquetería, su pareja se interpuso entre ella y yo y con voz grave sin tapujos le dijo: "¿Qué, te gustó el catrín? Cuidadito pendeja porque traigo mi navaja nueva" y le pasó amenazadoramente el filo de la mano por el cuello.

Me miró de nuevo la rubia, pero la activa, que me daba la espalda, que la toma del cabello por atrás de la nuca y jalándola con violencia hacia ella le acomodó cuatro fuertes bofetadas, dos en cada mejilla, mientras le decía: "A ver, ¿quién te quiere más? ¿quién te da de tragar? ¿quién te compra tus pinches pinturas y tu pinche ropa nueva?".

La rubia tenía lágrimas en los ojos y con sus dos manos le tomó el rostro a la activa y con una mirada de ternura, de entrega y sumisión, le dijo "Te quiero mucho, no me pegues. Sólo me importas tú". Entonces, la activa, como si le hubieran penetrado el fondo del corazón que la abraza y que se recarga en el seno de la rubia, pero no era la actitud como lo hace un hombre con una mujer a la que desea, sino que se trataba de la actitud de un ser que busca el calor humano y como si fuera un pequeño cachorrito se abandonó a los brazos de la rubia.

Yo estaba conmocionado. Me acordé de pronto de aquella vez que entré con dos investigadores sociales a los diferentes reclusorios del estado para ubicar a criminales que cubrían el perfil de feminicidas.

Las entrevistas que se hicieron con ellos les daban la oportunidad de desahogarse y al mismo tiempo de justificar sus horribles crímenes, la mayoría de éstos pasionales. Al menos en dos entrevistas me llené de repugnancia y ganas de vomitar por la descripción minuciosa que hacían al evocar sus asesinatos; la causa era la misma, traiciones y engaños.

No me daba temor enfrentar a la activa, tanto como causarle algún daño involuntario a la rubia.

En esos momentos llegábamos a un pueblo intermedio rumbo a la ciudad. Aproveché para bajar de la unidad, el chofer me dijo, "no lo puedo esperar, o se va o se queda". Le contesté, "aquí me quedo" y miré cómo se retiraba el vehículo con la rubia y sus enormes ojos contemplándome en una silenciosa mirada de auxilio.

viernes, 14 de marzo de 2014

Venta de mujeres en Oaxaca 2a y última parte.

San Andrés Chicahuaxtla, Oaxaca. De muy buena fuente. Hace un par de años.- Es la zona triqui alta--de las montañas pues--, donde el viento pega como puñal de cristal en la cara, dejando quemada la piel y con un ardor insoportable para quienes no están acostumbrados a este clima helado.

La neblina se va diluyendo y las figuras de las personas empiezan a dibujarse como sombras bajo un incipiente y desdibujado disco solar que parece un foco de baja intensidad, pese a que son ya las ocho de la mañana.

Una camioneta de redilas con la luz encendida le toca el claxon a un grupo de niños que cruzan jugando la calle y que se dirigen a la escuela, algunos niños le gritan en su lengua al conductor "¡eres niña!". El regordete conductor no entendió y continúa su trayecto con su otro acompañante hasta estacionarse en una pequeña tienda donde pregunta a quemarropa: -Disculpe, ¿dónde se puede comprar aquí una mujer?.

La señora de la tienda, cubierta con su típico huipil habla el español, se desconcierta por la pregunta, pero educadamente le contesta que pregunte en la presidencia municipal, que ahí le darán informes.

El camino está un poco empinado. Los dos hombres de la camioneta con placas del Estado de Puebla descienden de la camioneta y prefieren caminar. Se dirigen a la Presidencia donde le plantean la misma pregunta a un topil, que aún cuando sí entiende el español, finge no hablarlo y se hace entender con señas para que esperen. Rápidamente avisa al Presidente Municipal, que localiza a otros integrantes del cuerpo edilicio y se apersonan en el municipio donde se desarrolla un diálogo más o menos en estos términos:

- Buenos días, señores, en qué puedo servirles, yo soy el Presidente Municipal.

- Buenos días, señor Presidente, mire, somos comerciantes del estado de Puebla y nos informaron que aquí podemos comprar a una mujer. Queremos dos y pagaremos una cantidad razonable.

- ¿Cuánto es "una cantidad razonable"?

-Pues no sé, nos dijeron que tal vez de 10 mil a 30 mil pesos.

- Ustedes son comerciantes, ¿les parece eso un precio justo por una vida humana?

- Bueno, podemos negociar.

- ¿En cuánto valoran su vida? ¿Cuánto cuesta usted, por ejemplo? Yo podría ofrecerle ahorita mismo 15 mil pesos en efectivo, por usted que está más gordo.

- ¡Ejem! Creo que no nos estamos entendiendo. Nos informaron que aquí podíamos conseguir mujeres en venta.

- Pues claro que no se les entiende ni madres, ¿cómo chingaos creen que se puede vender una vida humana? Si lo que ustedes buscan es un putero, creo que han perdido mucho tiempo y también han perdido la razón. Dicen que son de Puebla, pues conozco Puebla. Es un lugar bonito. Se parece un poco a la Ciudad de Oaxaca, pero es más grande y ordenada. Ahí hay muchos bares con mujeres muy bonitas que se venden por 300 o hasta 700 pesos, ¿por qué vinieron a buscar tan lejos? Aquí no necesitamos esos servicios.

- No señor Presidente, no se confunda, nosotros no queremos una mujer para una relación sexual de un rato, buscamos pareja, esposas, nos han dicho que las mujeres de aquí son trabajadoras, honradas, saben tejer, cocinar, se casan jóvenes y salen buenas madres para los niños.

- Bueno, eso es distinto, si ustedes buscan esposa tendrán que hacerle la lucha a ver quién les hace caso, pero no me salgan con la pendejada de que aquí se vende a las mujeres como si fueran fruta o animales de traspatio.

- Discúlpenos señor Presidente, lo que pasa es que nos dijeron que sí era posible.

- Pues les dijeron mal. Seguramente algún pendejo les desinformó sobre nuestra costumbre en el matrimonio.

Para su conocimiento aquí las mujeres se casan a partir de los 14 años y los hombres a partir de los 16.Y ustedes ya se ven mayorcitos para conseguir una mujer joven.Aquí nuestros usos y costumbres permiten que los padres puedan escoger, cuando sea el caso, a la pareja de su hijo.

Para eso tienen que solicitar la intervención del "hombre-grande", que en lengua triqui significa el hombre de razón, de pensamiento, que es un hombre católico, casado, que conoce la tradición de nuestros dioses prehispánicos, como el sol, la luna, la madre tierra, el fuego y que conoce también sobre la religión católica.

Si el "hombre grande" acepta representarlos, ustedes tendrán que preparar una dote de artículos no perecederos, que hable de su capacidad económica y tendrán que apersonarse en casa de la mujer deseada a partir de la una de la tarde y si no les abren tendrán que esperar hasta las seis de la mañana.

Si a esa hora ya no les abrieron, tendrán que regresar de nuevo a partir de la una de la tarde y así sucesivamente, si no les abren a lo largo de nueve días, se podrán ir por dónde llegaron, ya que no les interesa a esa familia establecer lazos consanguíneos con ustedes.

La gente joven inicia esta solicitud preferentemente los días lunes y miércoles y como ustedes están ya mayorcitos, tendrían que iniciarla el sábado, que es día dedicado a las solteronas y las viudas con deseos de casarse.

Aquí se casan como en cualquier lugar y si algún padre de familia estima que la dote tiene que ser en efectivo, tendrán que aceptar la propuesta que él fije, sin que esto signifique la venta de su hija.

-¿Pero nos podemos llevar a la mujer, en caso de que acceda?

-Pues claro, de eso se trata, pero donde quiera que vayan los padres de la joven los podrán visitar porque el matrimonio será como en cualquier lado y será para siempre. Aquí no existen esas mamadas de divorciarse o separarse. Este no es otro mundo. Usted se casa, usted cumple.¿Queda claro?

-Entendemos perfectamente señor Presidente, le agradecemos que nos haya explicado la situación.

-No me agradezcan ni madres, si son hombres tengan el valor de conquistar a una mujer como los machos y no piensen que por ser comerciantes pueden ponerle precio a todo porque, si no tienen madre y si tienen suerte tal vez algún día tendrán hijas y las quieren vender, pues traíganlas aquí y a lo mejor se las compramos.

-¡Qué pasó, señor Presidente, más respeto!

-¡Ah!, ya se dieron cuenta de su grandísima pendejada. Bueno, ahora será mejor que se larguen porque mis topiles no hablan español y ya los están viendo feo y yo no respondo porque yo no los estoy ofendiendo, como ustedes sí están ofendiendo a mi raza.

- Lo sentimos mucho, señor Presidente, discúlpemos, en seguida nos retiramos.

Y aquellos dos obesos sujetos se regresaron por donde llegaron ya con una neblina más despejada que permitía una mayor visibilidad, sin saber que entre las autoridades municipales de San Andrés Chicahuaxtla se encuentran personas muy preparadas, incluso con posgrado.

PD
Le agradezco a mi amigo Fulgencio, masón grado 33 de San Andrés Chicahuaxtla por la información brindada para esta colaboración.

lunes, 10 de marzo de 2014

Venta de mujeres en Oaxaca



No es común.

Es decir, los más de tres millones y medio de habitantes del estado de Oaxaca no tienen como costumbre vender a sus hijas, hermanas o esposas, aunque de vez en cuando se conozca algún desafortunado caso.

No justifico de ningún modo estos hechos, pero su contexto es de pobreza extrema.

La semana pasada la prensa nacional dio cuenta de la resolución judicial por la que se ordena que regrese con sus padres una joven mujer triqui de Copala, de catorce años de edad que en agosto del 2013 fue vendida por sus padres a un abogado residente del Distrito Federal y que logró escapar de su captor (más tarde se supo que el abogado comprador también es originario de la etnia triqui de Copala y que pese a su formación académica, está tratando de hacer valer mediante la violencia, la supuesta legalidad de su compra).

La etnia triqui habita principalmente en los municipios de San Martín Itunyoso y San Andrés Chicahuaxtla—que mantienen una identidad cultural muy parecida por ser vecinos y una alta migración---, y los triquis de San Juan Copala.

San Juan Copala está más cerca de Juxtlahuaca y ha sido escenario de un profundo divisionismo étnico por organizaciones políticas.

Esta mala noticia, sólo incrementa un poco más la deteriorada imagen de un municipio en el que se han sucedido interminables hechos de sangre, expulsiones y violencia política---acaso una buena noticia sería la destacada participación de niños basquetbolistas triquis que están causando sensación más allá de nuestras fronteras---.

Tradicionalmente la idea de la venta de mujeres en Oaxaca es un lugar común de la academia que señala este hecho, pero nunca aporta datos concretos. Hoy, esta información pondrá eufórico a más de uno de los investigadores sociales, porque hoy hay evidencias con nombre y apellido.

Pero eso no significa que sea la normalidad.

De hecho, con frecuencia se confunde la práctica de la dote en el matrimonio, que es un uso y costumbre, con la supuesta venta de mujeres.

La dote consiste en la aportación en especie que realiza el novio a los padres de la novia y que consiste básicamente en granos, leña, bebidas alcohólicas, prendas de algodón, alimentos y animales para consumo humano, como una muestra de reconocimiento, respeto y fortalecimiento de la identidad familiar que se expande.

En la cultura occidental y cristiana, lo más parecido a la dote consiste en las arras que se depositan en las manos de la novia en la ceremonia del matrimonio.

Pero no siempre es así, como lo demuestra el lamentable caso de esa joven triqui.

Las instancias encargadas de la protección de los derechos humanos y especialmente de las mujeres deben profundizar su actuación institucional con el apoyo indiscutible de las autoridades municipales.

En algunas ocasiones se ha discutido la eficacia de las políticas de equidad de género institucionales, que han tenido aciertos y que en el peor de los casos se ha estancado en una práctica demagógica y carente de un comprometido acercamiento con la realidad cotidiana de los grupos vulnerables.

Ya se ha dicho muchas veces: ser mujer, pobre e indígena en un contexto de vulnerabilidad económica y social, debe ser un motivo de atención gubernamental eficaz.

Eso deseamos.