jueves, 3 de diciembre de 2009

Nadie sabe para quién trabaja

Son hechos verdaderos de personas en plenitud porque rebasan los ochenta años.

I. NARDO
Nardo es soltero y acumuló en su juventud monedas antiguas que fue guardando en cubetas debajo de su cama.
Era su pequeña fortuna, después de haber vendido prácticamente todos los bienes muebles de su casa para obtener dinero para comer y beber. Le encanta la bebida.
Una mañana de primavera, teniendo conocimiento de que yo iría a la Ciudad de México me pidió que investigara el costo de sus monedas con el propósito de venderlas.
Hice mis gestiones en la capital del país y un contratiempo me obligó a quedarme más tiempo del previsto.
Sin embargo, me cotizaron las monedas de Nardo y se ofrecieron a comprarlas.
Regresé felíz con Nardo.
Conociendo que es un hombre solo y que su única dedicación es juntarse con algunos amigos para beber, me pareció que era justo que vendiera sus monedas antiguas para tener dinero.
Antes de que pudiera explicarle el valor de sus monedas antiguas, me dijo: "---Como necesitaba dinero tuve que venderlas al gringo que viene a comprar monedas y me pagó el kilo a siete pesos."
Casi me desmayo, en la tienda de monedas del DF me habían cotizado el costo de cada moneda en 110 pesos a la compra. Nunca le dije cuánto costaban realmente sus monedas. Hace un par de semanas me enteré que un familiar accedió a meterlo a un asilo a cambio de quedarse con su casa.
Por lo menos no le faltarán amigos.

II. TIMI

Timi siempre fue soltera y heredó de sus padres algunas propiedades que a valor de mercado se podrían vender muy bien.
Como es usual en los pueblos, las personas solas le ofrecen a otras dejarles su herencia si cuidan de ellos hasta su muerte.
Timi hizo tratos con familiares cercanos para que la cuidaran a cambio de todos sus bienes.
El brillo de la ambición cegó a su heredero que gestionó ficticias operaciones de compra venta a su favor sobre las propiedades de la señora Timi y que después revendió alegremente.
Habiendo perdido la vista, Timi fue confinada a un cuartucho en el que prácticamente la tenían encerrada todo el tiempo. Obvia decir que nunca tuvo reciprocidad.
Como se generó un escándalo por el comportamiento vil de sus familiares, ahora le permiten salir los domingos a misa.
Dicen ellos que ella no sale porque no quiere.
Qué cinismo. Como si no fuera ciega.

III. TOÑIN
Toñin es un caso como cualquiera.
El trabajo del campo, que es lo único que puedes hacer por estos lares para que no te mueras de hambre, siempre le pareció rudo.
Eso generó que en su juventud se fuera de migrante a Estados Unidos.
Ahorró, compró grandes terrenos de cultivo en su pueblo y todavía le sobró algún dinero para vivir sin trabajar en su tercera edad mediante una acertada inversión bancaria.
Teniendo sus terrenos sin cultivar alguien le dijo que debería de lotificarlos para obtener ganancias.
Lo hizo así y eso aumentó un poco más su pequeña fortuna.
Un día se enfermó y de pronto descubrió que tenía muchos familiares, principalmente sobrinos.
Los sobrinos se movilizaron y mientras estuvo enfermo recibió muchas y muy buenas atenciones de modo que habiendo encontrado la felicidad en la familia repartió su herencia.
Sigue enfermo, prácticamente no tiene nada y sus sobrinos de pronto se han olvidado de él.

IV. ERASTO
Erasto siempre fue un vago.
Siendo huérfano de padre y madre, se quedó a cargo de sus tíos hasta que prácticamente los tres se volvieron de la tercera edad, siendo mayores que él sus tíos, antes de morir, le dejaron todos sus bienes, consistentes en un par de propiedades urbanas, una cuenta bancaria, terrenos para cultivo en el campo y una cantidad nada despreciable en efectivo.
Erasto, ya mayor y aficionado a la bebida se enamoró de una mujer que resultó ser casada y madre de cinco hijos mayores de edad.
A él no le importó porque dice que el amor es ciego y al marido de su gorda enamorada tampoco le importó porque éste último prácticamente se convirtió en administrador de los bienes de Erasto y en su nombre y representación está gastandose rápidamente la herencia de Erasto.
Una vez le pregunté si no se daba cuenta de que le estaban robando descaradamente y él contestó que sí se daba cuenta, pero que él saldría ganando porque se anda metiendo con dos de las hijas de su enamorada.
Pobre Erasto, para él,  meterse con las mujeres, consiste en darles un besito en la mejilla.
Eso sí que es un amor muy caro.

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