lunes, 14 de diciembre de 2009

Vivir en el limbo

Es muy común.
Aunque la máxima jerarquía de la iglesia católica ha determinado que el limbo no existe, a muchos nos consta que sí existe y está más vigente que nunca.
El limbo es un punto intermedio entre el cielo y el infierno, es decir, no eres ni de aquí ni de allá, ni eres rico ni eres pobre, ni eres guapo ni eres feo, ni eres gordo ni eres delgado, ni eres nadie pero tampoco eres alguien.
Somos la generación del limbo.
Tenemos cerca productos y servicios de primer mundo, pero no los puedes comprar.
Tenemos una extraordinaria oferta educativa, pero no la puedes costear.
Tenemos una abundante palabrería de gobierno, de ONG's, de todo mundo, pero tú estás lejos de todo eso.
Tienes amigos pero no tienes amigos.
Vivir en el limbo es estar en medio de la carretera de doble sentido, donde sabes que para subirte a los automóviles que pasan en cualquier dirección nadie se va a detener y corres el riesgo de caer y se atropellado.
Vivir en el limbo es lo más cercano a lo que se ha denominado la generación idiota, creer que se sirve cuando no se sirve para nada ni para nadie.
Por lo menos, me da gusto saber que cuando no estás en el gobierno, no tienes por qué estar con el gobierno.
¡Viva el limbo!

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