domingo, 5 de mayo de 2024

Muerte en el Senado













(Ilustración generada con la IA de Bing)

EL 24 de abril de este año una noticia conmovió a la sociedad mexicana: un político oaxaqueño realizó un sacrificio al dios Tláloc para pedirle que mandara la lluvia.

Se sabe que hay comunidades indígenas en el país donde todavía se realizan sacrificios a deidades prehispánicas o a través de un sincretismo con la fe católica.

Y también, en repetidas ocasiones, se ha denunciado la presunta muerte de animales domésticos —algunos dicen que hasta de personas— en ofrendas realizadas por narcosatánicos o adoradores de la “Santa Muerte”.

Por ese motivo, el sacrificio de una gallina ofrecida al Dios Tláloc para pedirle que mande la lluvia no hubiera causado ningún escándalo, a no ser porque quien lo hizo es senador en activo, precisamente por el estado de Oaxaca, y que la muerte de la gallina utilizada en dicha ceremonia se realizó dentro de las instalaciones del Senado de la República.

Obviamente,  los senadores fueron los primeros en deslindarse de ese acto e, incluso, desaprobaron el sacrificio del animal. 

Por su parte, la sociedad protectora de animales repudió la muerte de la gallina porque consideran que el animal sufrió de maltrato y enfatizaron que eso está penado por la ley.

Ya en el ojo del huracán, el senador que promovió y participó en esa ceremonia se justificó ante las críticas y acusaciones señalando que la Constitución Mexicana reconoce los usos y costumbres de los pueblos y comunidades indígenas y pues, con ese fundamento, se supone que ahí también cabe la realización de sacrificios al Dios Tláloc.

En redes sociales la sociedad se polarizó:

Por un lado, los defensores de los animales aprovecharon la situación para exhibir su vocación ecológica y reprobar ese acto, aunque no piensen lo mismo cuando se enfrentan a unas ricas alitas de pollo en salsa agridulce acompañadas con cerveza.

Por el otro lado, hubo quienes reconocieron con franqueza el intento del senador por resolver la grave crisis hídrica del país, ya que políticamente sólo llueven promesas y promesas para resolver este grave problema y nomás no hay agua, por lo que felicitaron al senador oaxaqueño por tomar la iniciativa en un tema urgente de la agenda pública e intentar resolverlo de algún modo.

Algunos medios de comunicación aprovecharon la ocasión para entrevistar a diversos actores como la comunidad de aztecas “Flor de un Día, A.C.” que habitan em las ruinas del Templo Mayor, cerca de las instalaciones del Senado y que, ataviados con sus penachos y sus taparrabos a la usanza antigua, se consideran los herederos de Moctezuma y dueños del centro histórico, en donde realizan danzas y curaciones energéticas, además de vender amuletos y vestigios  prehispánicos.

El gran jefe “Tillo Dzahui”, nombre que podría traducirse como pulga de lluvia, externó su malestar porque no fueron invitados a esa ceremonia:  “Nosotros contamos con sacerdotes especialistas en sacrificios, que ayunan y evitan las relacione sexuales y se purifican previamente para la ocasión. Hubiéramos podido sugerir el día y la hora más propicia de acuerdo con el calendario antiguo, acompañados de nuestros músicos autóctonos y tal vez, con un poco de confianza, hasta hubiéramos conseguida una doncella para sacrificarla y ofrecerle su corazón a Tláloc, como se deben hacer los sacrificios para que funcionen.”

John Hammer, presidente del Colegio Nacional de Antropólogos, ofreció una conferencia de prensa en la que destacó la relevancia del sacrificio en el Senado, como la proyección orgánica del espíritu sacerdotal antiguo en la política nacional y que está documentada en los miles de estudios sobre los políticos modernos y los sacrificios antiguos: “Acudimos a la manifestación dichosa de las reminiscencias del mandato de la casta sacerdotal antigua en las expresiones del poder moderno. Se trata del paradigma de la teogonía del poder vinculante con las manifestaciones totalitarias del tlatoani moderno. Lo que sin duda, revestirá las nuevas formas del ejercicio del poder y la vocación histórica de los sacrificios humanos".

El sector sindical también manifestó su apoyo a estas expresiones en voz del secretario general del Sindicato de Trabajadores Avícolas: “Para nosotros esta ceremonia en el Senado, en la que sacrificaron un ave de corral, representa una gran oportunidad competitiva para afianzar la producción de aves para el sacrificio y abre un mercado de trabajo potencial que nos permitirá negociar una mayor contratación de mano de obra para satisfacer las necesidades del mercado y en justa reciprocidad, negociar con la parte patronal un incremento salarial del 70 por ciento sobre el ingreso base y un treinta por ciento sobre prestaciones.”

Algunos reporteros que cubren la fuente se preguntan si el Senado propondrá un reglamento para realizar sacrificios, qué dioses antiguos debieran ser ofrendados, cuál sería el protocolo para su realización y si se tomará en cuenta a la comunidad azteca “Flor de un Día, A.C.” para aceptar su propuesta de conseguir doncellas voluntarias para los sacrificios. 

Como sea, al final de estos acontecimientos, quedan grandes preguntas como un enigma sin resolver: ¿Aquel día los participantes se comieron el corazón y se bebieron la sangre del animal como lo marca el ritual del sacrificio? ¿Es cierto que a pesar de negar dicho acto, algunos senadores están pensando en realizar sacrificios similares para resolver otros graves problemas nacionales? Y la pregunta del millón, ¿por qué Tláloc no mandó las lluvias ese día del sacrificio?