Es la radio comunitaria.
Entrevistan a un presidente municipal de Valles Centrales. Se trata de un hombre franco, decidido.
Aunque su municipio tiene apenas unos siete mil habitantes, el presidente sabe que su gobierno se podrá caracterizar por desacuerdos internos, pero no por la corrupción y dice al aire, con desenfado y hasta cierta autosuficiencia:
"-Si se trata de dinero, pues yo no tengo problemas. Ustedes me conocen. Saben que soy un hombre de trabajo y que no estoy aquí por dinero. En la Auditoría Superior del Estado me dijeron que tenía que inflar las obras para que salga ‘el moche’. Pues yo les dije que no se vale, que el pueblo tiene muchas necesidades y que a mí no me hace falta robar para ganar dinero, porque, pues aparte tengo mi trabajo y no me puedo quejar, pero ellos me dijeron que yo no podía rechazar ‘el moche’ y que de cualquier forma se tiene que hacer así, casi, casi una obligación, pues..."
El presidente continuó hablando con la franqueza del hombre común, no es político.
Su denuncia no pasó de ahí, pero es un hecho comúnmente aceptado porque diversos conflictos al interior de los ayuntamientos se generan por la inequidad en el reparto del "moche", que, principalmente las constructoras, reparten alegremente para obtener la asignación de obra.
En muchos casos se registran vicios ocultos por la mala calidad de los materiales y de la obra; obras inexistentes o sin terminar, pero con abultados expedientes técnicos y costos.
Al final del día, los actos de corrupción en la obra pública sólo perjudican a la población, que carece de mecanismos reales de participación y contraloría ciudadana.
Por lo menos este presidente municipal lo hizo público, aunque siempre quedará la duda: ¿de qué tan arriba viene la instrucción? El presidente municipal de referencia es una persona seria que no se atrevería a inventarle algo indebido a una institución que, en teoría, debería de evitar este tipo de situaciones.
Qué pena.
Entrevistan a un presidente municipal de Valles Centrales. Se trata de un hombre franco, decidido.
Aunque su municipio tiene apenas unos siete mil habitantes, el presidente sabe que su gobierno se podrá caracterizar por desacuerdos internos, pero no por la corrupción y dice al aire, con desenfado y hasta cierta autosuficiencia:
"-Si se trata de dinero, pues yo no tengo problemas. Ustedes me conocen. Saben que soy un hombre de trabajo y que no estoy aquí por dinero. En la Auditoría Superior del Estado me dijeron que tenía que inflar las obras para que salga ‘el moche’. Pues yo les dije que no se vale, que el pueblo tiene muchas necesidades y que a mí no me hace falta robar para ganar dinero, porque, pues aparte tengo mi trabajo y no me puedo quejar, pero ellos me dijeron que yo no podía rechazar ‘el moche’ y que de cualquier forma se tiene que hacer así, casi, casi una obligación, pues..."
El presidente continuó hablando con la franqueza del hombre común, no es político.
Su denuncia no pasó de ahí, pero es un hecho comúnmente aceptado porque diversos conflictos al interior de los ayuntamientos se generan por la inequidad en el reparto del "moche", que, principalmente las constructoras, reparten alegremente para obtener la asignación de obra.
En muchos casos se registran vicios ocultos por la mala calidad de los materiales y de la obra; obras inexistentes o sin terminar, pero con abultados expedientes técnicos y costos.
Al final del día, los actos de corrupción en la obra pública sólo perjudican a la población, que carece de mecanismos reales de participación y contraloría ciudadana.
Por lo menos este presidente municipal lo hizo público, aunque siempre quedará la duda: ¿de qué tan arriba viene la instrucción? El presidente municipal de referencia es una persona seria que no se atrevería a inventarle algo indebido a una institución que, en teoría, debería de evitar este tipo de situaciones.
Qué pena.
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