jueves, 14 de octubre de 2010

China y Oaxaca o el Dragón sobre el Chapulín

Esto debería ser materia de seguridad nacional.
Evidentemente, la seguridad nacional es una de las grandes víctimas del neoliberalismo, por lo que la doctrina de la seguridad nacional prácticamente se ha restringido hoy en día a cuestiones de seguridad pública y mantenimiento del orden social.
Al menos Estados como Oaxaca y otros del sur del país debieran ser objeto de seguridad nacional porque si bien es cierto que encabezan la marginación, la pobreza y el retraso, también es cierto que son Estados con poblaciones originarias y que todavía ofrecen amplias posibilidades de explotación de recursos naturales. Sin embargo, la explotación de esos recursos enfrenta límites serios. Uno de estos límites es la desconfianza de las comunidades indígenas de que al ceder sus tierras para minas, sus fuentes de aguas para embasadoras o sus bosques, se les estén dando espejitos a cambio de oro, como ya ha sucedido en la historia de este país.
La referencia es pertinente porque últimamente los actores políticos oaxaqueños han tenido contacto con la vieja y poderosa China, que está coqueteando para lograr más acercamientos con un Estado realmente frágil en el entorno económico nacional.
Es conocido que el Estado de Oaxaca presenta un déficit en su producción interna que favorece de manera principal al mercado poblano y al del Distrito Federal.
Cualquier competidor comercial serio sabe que Oaxaca es una oportunidad para invertir con amplias posibilidades de ganancias. La fragilidad del Estado no sólo se caracteriza por una clase política oportunista y muchas veces hipersensible a la corrupción---con sus muy honrosas y escasas excepciones, supongo---; un Estado, donde la cohesión social está fragmentada por una multiplicidad de culturas locales, que aunque se están venciendo gradualmente por la migración, el pluralismo religioso y la influencia de los medios de comunicación, todavía ofrece un poco de resistencia por los usos y costumbres, incluso para el propio gobierno que no ha logrado articular una política de cohesión que le brinde identidad al Estado, como compartir una visión de largo alcance para un proyecto local de desarrollo.
China avanzará como cualquier país que promueva su cultura, las relaciones sociales, el intercambio comercial, la inversión y se disputará, probablemente con otros países, alguno de los gajos de una pequeña, pero jugosa naranja que representa el Estado, aunque, en la mira del Dragón, Oaxaca parece un pequeño y frágil chapulín.

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