jueves, 24 de septiembre de 2009

Bordadoras del placer

El oficio más antiguo del mundo es bordar.

Bueno, al menos así parece en el centro de la Ciudad de Oaxaca de Juárez donde las humildes vendedoras de placer bordan mientras esperan a sus clientes.

A diferencia de las "muchachas sexis"---cada vez más jovencitas--- que abarrotan la calle de Zaragoza, cerca del periférico, con sus atrevidos atuendos a la luz del día, las bordadoras del placer rondan en promedio los cincuenta años, aunque se ven personas de mayor edad.

En total serán como una veintena de mujeres.

Visten como respetables amas de casa, con excesos de maquillaje, bolso de mano o de mandado y generalmente andan juntas, muy cerca de los desvencijados cuartos de hoteles que les brindan servicio.

No trabajan por la noche. "Este es un trabajo decente", dice Lancha.

"Todas tenemos nuestro libreto de sanidad que nos da el municipio".

Lancha tendrá unos cincuenta y cinco años y me dice "---¿Vas... o nomás andas de preguntón...? y sigue bordando con una habilidad extraordinaria.

Me hace recordar a mi amigo El Tigre de Miahuatlán, que una vez me dejó solo en medio de los festejos de las calendas de la Guelaguetza porque se le atravesó una bordadora.

Dice que ya dentro del cuartucho de hotel, aquella mujer le dijo que primero le pagara. Una vez que obtuvo el dinero se persignó con éste y se lo guardó entre el sostén.

El Tigre confiesa que al ver a aquella persona mucho mayor que él tuvo ganas de echarse a correr. Pero lo detuvieron las palabras provocadoras de esa medusa que supo convencerlo con sabiduría, según me contó.

Me sacan de mi ensueño las palabras de Lancha: "Orale, si no compra no mayugue" y me echa con un ademán de la cabeza, como si se sacudiera una mala idea.

Yo me sigo de largo ante la mirada morbosa e irónica de la gente que creen que ando regateando el servicio.

Me retiro reconstruyendo la figura que bordaba Lancha en su servilleta de manta: un motivo religioso...

No hay comentarios:

Publicar un comentario