martes, 11 de febrero de 2014

¿Repatriar los restos de Porfirio Díaz?



Pesan todavía las cenizas del general.

Un periódico local de Oaxaca ha soltado el rumor de que un diputado federal va a promover que los restos de Porfirio Díaz sean repatriados.

Suponiendo―sin conceder―, que dicha pretensión se pudiera concretar en una iniciativa, un punto de acuerdo, un exhorto o algún acto oficial, o de plano la determinación de traerse a México los restos del general desde Francia, la ocasión permitiría medir su vigencia que, sin duda, presenta una equilibrada proporción de defensores y detractores.

La pregunta del millón es si realmente es tiempo de evocar a Don Porfirio, dado el ambiente de crispación por las violaciones a los derechos humanos en nuestro país.

Como se sabe, Porfirio Díaz concentró y ejerció un férreo poder donde la democracia y los derechos fundamentales no eran precisamente prioritarios para los fines del progreso, tanto que todas las contradicciones de su mandato le abrieron la puerta a la reivindicación de los derechos sociales a través de la Revolución Mexicana.

Al mismo tiempo, hay que reconocer que todavía existen heridas abiertas por las reyertas revolucionarias y que no son pocos los descendientes sanguíneos o ideológicos de afectados de aquellos tiempos, que tienen una justificación real para impedir el perdón oficial a un dictador que amablemente fue jubilado.

Porfirio Díaz también evoca el principio de autoridad, la razón de estado y el auténtico monopolio de la fuerza pública, sobre todo en estos tiempos donde el gobierno ha perdido autoridad, honestidad y credibilidad--- por comisión y por omisión---, y donde hay regiones donde la ingobernabilidad, la corrupción y el crimen representan una amenaza real para la pervivencia del propio Estado.

Tal vez por esta razón, el estilo de gobierno de Díaz se antoja nostálgico para un amplio sector de la población, decepcionados francamente de la cortedad de miras de la burocracia gobernante: Porfirio Díaz pudo haber degenerado en un dictador, pero cuando la historia se lo exigió, demostró con heroísmo su convicción por la patria.

Es muy probable que los restos del general Porfirio Díaz no sean repatriados, incluso no sería raro que los restos que existen en la tumba se traten realmente de Don Porfirio, porque tal vez sus deudos, temiendo alguna venganza, a lo mejor decidieron protegerlo, ubicándolo discretamente en otro lado.

Traer a México los restos de Porfirio Díaz implica también asegurar un espacio en el que exista seguridad suficiente para hacerlo algo más que un motivo turístico.

Ojalá que esta intención, en caso de concretarse, no se trate únicamente de un momento estelar que le brinde cinco minutos de fama a un aspirante a otro cargo de elección popular, dentro de la rebatinga política por la gubernatura de Oaxaca.

Como sea, es evidente que todavía pesan las cenizas del general.

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