lunes, 6 de agosto de 2012

Tuxtepec

El calor es intenso.

Busco sin éxito al cronista de Tuxtepec, Felipe Matías Velasco. Me dicen que se fue a alimentar a una veintena de perros callejeros que atiende diariamente con generosa amistad.

De Felipe Matías es el verso que se lee durante la representación de la Danza de la Piña.

Es agradable caminar por Tuxtepec. Hay una sensación de velocidad. Todo marcha con rapidez. Los comercios del centro son como los hormigueros de cualquier centro histórico de alguna ciudad importante, los caracteriza la gente y la prisa.

Se confunden sus edificios antiguos con las modernas construcciones entre las que se ha improvisado una teleraña de cables que surcan las calles como pentagramas.

Otra caracterización de Tuxtepec es la naturaleza que hace que por todos lados todo se vea verde.

Tuxtepec está cercada por el río Papaloapan y, como un efecto probable de la cervería más grande de América Latina, también está cercada por decenas y decenas de cantinas para todos gustos y posibilidades.

Cantinas para campesinos que visitan la ciudad; antros que se ven repletos de jóvenes, bares abarrotados de servidores públicos, tugurios, misceláneas. La cerveza corre como el sudor incesante.

Por estos días los temas que preocupan a la población es la violencia porque recientemente aparecieron unos descuartizados. "Nadie mata así con tanto odio" dice el taxista.

El otro tema es el dengue. Hay un temor general que lo presenta como un fantasma que te puede abrazar sin darte cuenta. "Mi vecina murió de dengue hemorrágico, pero ya fumigaron los de salud".

Mientras comemos frente al mercado central un típico mondongo --pancita---, se acerca un vendedor de dulces chiapaneco "dulces, chiclets, cigarros... si quiere le recomiendo un hotel".

-¿Cómo qué hotel me recomendarías?
- Como uno donde viven las teiboleras.
- Ja, ¡esa barbaridad!
- Sí, ahí llegan y además le dan servicio.
- Entonces no es un hotel...
- Sí, se puede hospedar y pagar otra habitación, claro.
- ¿Y es tranquilo el lugar?
- Sí, es muy tranquilo. Ahí mismo viven los hijos de las teiboleras. Nomás que ellas se van a trabajar porque entran a las ocho y regresan como a las cinco de la mañana.
- Entonces,  ¿a qué hora dan servicio?
- Usted tiene que llegar temprano, verá. Ellas andan por ahí caminando en minifalda o short muy cortito y es cosa de que se arreglen...
- ¿Y por qué dices que ahí viven los hijos de las teiboleras?
- Ahí se los cuidan. Son niñas y niños chiquitos, de un año, año y medio, dos años. No tienen papá.
- No, muchas gracias mano. Ahí será para otra.
- Bueno, cómpreme un dulce.
- Ten, llévate la moneda. Gracias por la información.

Camino hacia la plaza comercial más reciente donde se aprecian decenas de locales en renta. Llama la atención que el restaurante de comida rápida de hamburguesas, que no es el que conoce la mayoría, tenga mucha gente, como también el restaurante de comida china atendido por orientales de rostro severo.

En Tuxtepec es muy común una rica salsa de chile seco que se llama "salsa macha".

De regreso a la ciudad de Oaxaca veo en las mesas de un restaurante chino la misma salsa. Le pregunto a  los que atienden que cómo se llama esa salsa y me contestan "salsa china". Pido un plato de arroz y pollo y pruebo la "salsa china". Es indiscutible. Es la misma salsa de Tuxtepec, sólo que con más aceite.

No sé quién se la copió a quién, pero la de Tuxtepec sabe más rica.

2 comentarios:

  1. La salsa macha es originaria de orizaba, no es de Tuxtepec.

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  2. Me gustaría muchísimo saber de alguien que realmente sepa hacer brujería. Mi mail es rubilizt@gmail.com

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