viernes, 24 de agosto de 2012

Para todo mal...una hierba medicinal (parte 1)

Es fascinante.

Probablemente se trate del más antiguo antecedente que existe del registro de plantas medicinales del estado de Oaxaca.

Se remonta a fines del siglo XVIII, durante los años de 1777 y 1778, cuando la Corona Española ordenó a la diócesis de Oaxaca la identificación local de la geografía, fauna, flora, vestuario, geología y antigüedades de cada parroquia del estado.

Publicadas bajo el título de "Relaciones Geográficas de Oaxaca 1777-1778" por Manuel Esparza (CIESAS, México, 1994), se consigna lo que escribieron los curas sobre 53 parroquias hace más de 230 años.

Especialmente el asunto de las plantas medicinales es abordado según la experiencia que le tocó vivir a cada sacerdote en su comunidad respectiva, porque así como hay quienes abordan el tema con un interés meticuloso, también hay quienes realizaron sus reportes de manera genérica.

No obstante, la información existente permite suponer que era muy avanzado y eficaz el conocimiento de las propiedades medicinales en las comunidades indígenas del estado. (Se respetan los nombres y las citas como en el original).

El padre Manuel Francisco Meneses, recopilador de la información perteneciente a la parroquia de Santa Cruz Mixtepec, Zimatlán, señala sobre este asunto:

"Hállanse así mismo muchísimas yerbas y raíces útiles y medicinales: unas de las que aun el vulgo no ignora, y las más rescabadas a la Botánica, y tal vez aun los profesores de esta facultad no acertarían con sus nombres, ni virtudes. Lo cierto es y que me ha demostrado la experiencia, que los indios padecen como todo viviente sus enfermedades y achaques y jamás ocurren por aceites, unturas, ni demás medicinas de botica, sino que ellos se curan con puras yerbas, unas bebidas, estregadas, otras, otras veces puestas las hojas, otras aplicadas las raíces y las cortezas de los árboles, otras, etc. y ello sanan, lo  mismo acostumbran con algunos bejucos, flores, y semillas, y he llegado a observar accidentes gravísimos entre ellos, de manera que el más inteligente médico no le aseguraría la vida, y quedaría desauciado, y yo los he visto en pie a los dos días cuando creía enterrarlos, y queriendo indagar el restablecimiento de su sanidad jamás he podido saber más que tomó la yerba, reservándose para sí su conocimiento y virtudes, o por no hacerla comunes o quizá por afianzar con el silencio sus intereses."

Francisco Caveros, cura de San Juan Bautista Chacaltianguis, al norte de Tuxtepec, Oaxaca, en los límites de Veracruz, perteneció al obispado de Antequera, y reseñó la flora regional minuciosamente y con una aguda visión :

"De estas yerbas medicinales si su aplicación no llega tarde se consigue su efecto, pero si se observa cuando de la salud no hay esperanza el mal toma fuerza con tardanza.

  "Principiis: sero medicina paratur,
   cum mala per longas invaluere moras.
   Sed propera, nec te venturas difer in horas."

Aún cuando en algunas parroquias--o centros de población con iglesias edificadas--- la información es tan genérica que nos deja con la sensación de haber extraviado un filón de oro, se ratifica que el conocimiento de la medicina natural tenía vigencia, como lo señala el cura Joseph de Gaiztarro, de la Villa de Santiago Cuilapam, del Marquesado del Valle:

"Las yerbas medicinales son muchas, y muy conocidas, excepto las que se reservan los boticarios para sus secretos".

Manuel Joachin Gonzalez, párroco de Santa Cruz Yagabila, Ixtlán, reconoce con resignación que "hay varias yerbas y plantas monteses que tienen varias virtudes naturales, cuyos nombres en el castellano ignoran los indios".

Como suele suceder con la historia, de lo perdido, lo que aparezca es bueno, por lo que en la próxima colaboración reseñaremos las plantas medicinales y (algunos de) sus usos citados en dichas Relaciones. 

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