miércoles, 26 de octubre de 2016

El enterrador



El Panteón General de Oaxaca está lleno de historias.

 


Cuando la luz eléctrica en Oaxaca se estaba introduciendo, el panteón contaba con una débil bombilla que se apagaba al anochecer.

En uno de esos días, los masones de Oaxaca solicitaron autorización a la administración del panteón para realizar un rito en una de las galeras donde reposaba un distinguido miembro de esa orden.

Decenas de masones vestidos de impecable traje oscuro hicieron un círculo frente al nicho, todos ellos con los arreos propios de su orden, guantes blancos, espadas y liturgias. Llegada la hora en que se apagó el foco, los masones practicaron su rito en la oscuridad, en medio del silencio sepulcral sólo se escuchaba la respiración de los presentes que en plena concentración le daban un aspecto fantasmal a aquella reunión y cuando el que lidereaba la ceremonia invocó con fuerza el nombre del difunto, un ruido espantó salió de aquellas criptas, pero fue tan impactante el ruido que varios masones cayeron privados por el susto, mientras que el resto, salió huyendo como pudo de aquel lugar, dejando espadas, liturgas y compañeros abandonados en medio de aquel infernal momento.

Es muy probable que los masones hayan creido que el muerto salió de su tumba.

Y si no fue el muerto, fueron las lechuzas que habitaban las urnas desocupadas de aquellos nichos, que al sentir la oscuridad, levantaron el vuelo asustando terriblemente a los confiados masones.

Tras el susto vino una carcajada muy franca, era don Panchito, el enterrador del Panteón General que observaba aquella escena con una comicidad inusitada porque él conocía que justo al apagarse la bombilla, aquellas aves salían invariablemente de su nido.

Por eso pudo alcanzar a los masones y explicarles el origen de aquel ruido.

Y al igual que esa anécdota, Don Francisco G. Rubiera tenía anécdotas para escribir un libro de las experiencias de sus 60 años como enterrador del panteón municipal, también conocido como panteón de San Miguel.

Esta anécdota--más o menos parecida---, la cuenta "Félix" en la entrevista que le hizo a Don panchito allá por el año de 1966, cuando el personaje contaba con 74 años de edad y 60 de trabajar como panteonero en ese lugar y que se pubicó en la revista "Oaxaca en México", en julio de 1966.

Algunos datos sobre el panteón, que proporciona Don Pachito, indican que la construcción de este cementerio se inició en 1833 por las organizaciones religiosas, concluyendo su construcción en 1852, como consta en una pared localizada al norte del lugar. El panteón estaba previsto para tener una capilla monumental, que después de cinco años de trabajos, en 1861, se suspendió tras la promulgación de las Leyes de Reforma. Aseguraba el enterrador que el único panteón que se le parece actualmente es el de San Fernando en la Ciudad de México.

Reseña don Panchito las épocas en que el panteón estuvo muy activo:

1860 a 1865 epidemia de cólera.
1915 a 1916 epidemia de tifoidea.
1918 a 1919 influenza española.

El entrevistador "Félix" reseña que durante la visita realizó en el panteó se encontró una cruz esculpida en piedra en 1733 sobre la tumba del "Muerto Olvidado"y visita las tumbas de la hija de Don Benito Juárez, el hijo de Porfirio Díaz, José María Díaz Ordaz, del doctor Pardo, el "casi dueño de la ciudad de Oaxaca" García Vigil, enterrado en una tumba de tierra, sin lápida.

Panchito el enterrador señala que en 1931 se registró un terremoto en la ciudad de Oaxaca que daño severamente el panteón y varias tumbas se perdieron, entre éstas la del compositor de "Dios Nunca Muere" de Macedonio Alcalá.

Señala que en una ocasión el gobernador Sánchez Cano realizó un homenaje sobre la tumba del compositor y cuando trataron de mostrar el ataud, la tumba estaba vacía debido al terremoto, por lo que los restos de Macedonio Alcalá están prácticamente perdidos.

Qué interesante sería encontrar las memorias de Don Panchito.


(Fotos: "Félix" Revista Oaxaca en México, junio-julio 1966.)
























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