lunes, 14 de julio de 2014

Las bodas del cocodrilo en Huamelula



Más propiamente podría denominarse: la boda entre el presidente y la caimana.

La noticia que difundieron este fin de semana diversos medios a nivel nacional sobre la tradición prehispánica en la que el presidente municipal de Huamelula, pueblo chontal de la región del istmo de Tehuantepec, Oaxaca, contrae nupcias con una caimana, es una afortunada tradición que se conserva desde tiempos inmemoriales.

De acuerdo con el gran sabio Gutierre Tibón, ese culto tiene raíces magicorreligiosas de incalculable antigüedad y se vincula con mitos universales “desaparecidos en Egipto por el cristianismo y el Islam, vivos todavía en la India y en Camboya”.

Tibón nos recuerda que el cocodrilo era un animal tan sagrado en Egipto que le construyeron una ciudad denominada Crocodilópolis y se le consideraba al saurio, “salido de las aguas primordiales”, macho entre los machos y dios de la fecundidad.

Invocando a Plutarco, Tibón menciona que al cocodrilo lo vinculan con el antiquísimo sistema sexagesimal del tiempo que utilizamos hoy en día, porque los cocodrilos producen sesenta huevos, de donde nacen los cocodrilos a los sesenta días y que por lo general viven sesenta años.

En lo que respecta a Mesoamérica, el ilustre erudito italiano, señala que los mitos del saurio se parecen a los del Viejo Mundo por convergencia arquetípica y explica:  los mayas veían al monstruoso cocodrilo salir de las aguas primigenias llevando la tierra en su lomo.

“Mixtecos y aztecas creían que la tierra nació de un caimán que vivía en el mar originario: en el Códice Borgia el cocodrilo simboliza la tierra: es Cipactli.

“El primero de los veinte días del calendario adivinatorio azteca se llama Cipactli, y se representa con la cabeza del caimán.

“Nos ayuda a entender mejor la identidad del cocodrilo con la tierra, la glífica maya: la mandíbula abierta representa la tierra que, en cada ocaso, devora al sol.”

De ahí, dice Tibón,  que el cocodrilo, asociado con la tierra, con el agua que la fertiliza y la fecundidad ayudan a entender este mito antiguo que sobrevive en los chontales de Oaxaca y reseña, asimismo, la experiencia que él personalmente vivió en 1975 en Huamelula.

Cuenta que desde temprana hora, en el tercer día de la fiesta de San Pedroque es el día del Santo Patrono del Pueblo de Huamelula, se pesca en una de las lagunas contiguas al pueblo una lagarta o caimana y que, con el hocico amarrado, se le bautiza en el templo dominico de la comunidad.

Aclara que de ningún modo se trata de una irreverencia, sino de que, al volverlo cristiano se logra una humanización del simbólico animal, que lo iguala fraternalmente.

Después de ser bautizada la caimana se le traslada en procesión al cabildo en donde se lleva a cabo su matrimonio con el presidente municipal. En seguida se procede al baile, primero el presidente con la caimana, en esas fechas el señor Doroteo Sosa García, luego el síndico y posteriormente la caimana, con el hocico desatado, es devuelta a su hábitat sana y salva.

En julio de 1975, Gutierre Tibón junto con su amigo el etnólogo Roberto Weitlaner, bailaron con la caimana.

El gran sabio italiano concluye su narraciónrecogida en “Aventuras en México (19371983), Editorial Diana, México, 1983,  pp.270 y 271, destacando que la simbología de la ceremonia se entiende claramente a la luz de la identificación del cocodrilo con la tierra madre, arquetipo planetario; su boda con el presidente municipal, o sea con el jefe de la comunidad, es auspicio de armonía con la omnipotente Naturaleza, de la cual esperamos agua para la fertilidad del campo y abundante cosecha para el sustento de todos.

¡Qué hermosa costumbre de los chontales del istmo!

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