lunes, 19 de noviembre de 2012

Sueño macabro

Es un sueño real.

Se supone que estoy de visita en un lugar supuestamente de Veracruz. Exactamente no sé con qué fin estoy allí, pero es un fin de semana y el martes tengo que retornar.

Es lunes.

Por segunda ocasión invito a salir a la delgada chica que trabaja en el hotel. Tal vez tenga entre 17 y 19 años. Tez morena clara. Ojos grandes y 1.55 de estatura aproximadamente. De carácter agradable, pero taciturno.

Me acompaña a tomar fotos. Hay un paisaje que llama poderosamente mi atención porque parece un cuadro muy bien pintado, aunque un poco lóbrego: por en medio de un estrecho callejón se ve al fondo una loma verde con una casa de ladrillos grises en construcción. Me cuesta trabajo tomar la foto porque mi cámara es como una plantilla de plástico amarillo, cuadrada y muy maleable.

Seguimos caminando y me agrada ver residencias de vivos colores sobre el fondo azul del cielo. Las calles son amplias y limpias. Tomo otra foto.

Mi amiga me lleva a la sala de urgencias de un hospital. La sensación es incómoda. Hay muchas personas con rostros desencajados y desesperanzados que esperan a sus familiares enfermos. Me apresuro a salir de aquel lugar y le digo a la chica que me acompaña: "No lo tomes a mal, pero tengo muchas ganas de hacerte el amor, quieres?" Ella me mira como si esperara esa pregunta porque me contestó sin ninguna muestra de sorpresa: "Yo también".

Le doy dinero y le pido que vaya a conseguir unos condones. Ella se aleja sonriente con su pantalón de mezclilla y su blusa verde de mangas muy cortas y ajustada al cuerpo.

Se tardó y yo deseaba que no regresara. Me parecía una situación muy comprometedora, en caso de que volviera. Efectivamente no regresó.

Al día siguiente salgo a caminar. Es martes y por la tarde tengo que retornar. En una esquina, cerca de una carretera, debajo de un frondoso árbol encuentro muchos pedazos de drenaje limpio, como si tratara de una obra que van a iniciar. Las exploro y no encuentro ningún motivo para permanecer allí y me alejo rumbo al hotel.

Antes de ingresar al hotel, me mata la curiosidad y me introduzco a un local comercial que está al lado del hotel en una ruidosa calle a desnivel, para preguntar sobre ella. Casualmente otra persona ha preguntado por la misma chica. Disimuladamente me quedo escuchando y para mis adentros me digo "Qué bueno que no hice nada con esa chica".

La persona que está detrás del mostrador describe a la misma chica. Se trata efectivamente de ella. Luego, con enfado le insiste a la persona que ha preguntado por ella: "Le digo que es ella, pero no puede ser, porque la semana pasada la mataron."

La piel se me pone de gallina y de la impresión me despierto en la oscuridad de la noche. Son las 02:00 de la madrugada.

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