viernes, 24 de febrero de 2012

Reviven a Porfirio Díaz

Bueno, es un decir.

Gracias al invento del fonógrafo podemos escuchar la voz del General, como ha circulado ya profusamente  en internet.

A pesar de sus 79 años y estando en el ocaso de su mandato, el General habla con autoridad y energía, manteniendo un ritmo sostenido, como quien ha leído varias veces el texto antes de la grabación original. Si su excelencia no escribió el texto--merced a que tenía bajo su mando a personas realmente muy preparadas---, es muy probable que lleve muchas correcciones de él, en congruencia con el estilo de la lengua hablada del siglo XIX entre la clase política, que me parece mucho más rica y abundante y que no tiene nada que ver con el lenguaje ordinario de la mayoría de los políticos de hoy en día. (Pobre lengua, cada vez se oye más pobre.) Y en congruencia también con diversos escritos que se conocen del General, en los que se aprecia la influencia del latín---que él al igual que Juárez, dominaban---.

Ejemplo de su estilo personal, sin duda, es la carta de amor que le envío a su segunda esposa, (después del fallecimiento de su primera esposa, desde luego), que fue la joven de 17 años Carmen Romero Rubio, cuando el rondaba ya por los cincuenta años de edad, y en la que le dijo:

“Yo debo avisar a usted que la amo. Comprendo que sin una imperdonable presunción no puedo esperar que en el ánimo de usted pese otro tanto, y por eso no se lo pregunto; pero creo que en un corazón bueno, virgen y presidido de una clara inteligencia como el de usted puede germinar ese generoso sentimiento, siempre que sea un caballero el que lo cultive y sepa amar tan leal, sincera y absolutamente como usted merece y yo lo hago ya de modo inconsciente”. (http://contenido.com.mx/2011/03/grandes-parejas-en-la-historia-de-mexico-porfirio-diaz-y-carmen-romero-rubio/)


Porfirio Díaz, como buen oaxaqueño con ascendencia zapoteca (permítaseme una licencia de identidad) tenía una gran capacidad para amar, como lo hizo con otras mujeres, especialmente Juana Cata, una tehuana cuyo recuerdo tiene amplia vigencia en la zona del istmo oaxaqueño.

Por el lado contrario, imagínese, amable lector, una regañiza del General, por lo que sin mayor preámbulo reproduzco el link para revivirlo a través de su voz:

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