viernes, 17 de octubre de 2014

Bloquear o no bloquear, that´s the question

No sólo hay bloqueos en la Ciudad de Oaxaca.

Aunque el efecto mediático de los bloqueos es mayor en la capital del estado, también en el interior es una  costumbre creciente.

Por ejemplo, en un plazo de 15 días, se han registrado 8 bloqueos en la carretera que va a Puerto Escondido en distintos puntos entre los municipios de Ocotlán de Morelos y Ejutla, afectando de manera directa el libramiento que va de Santo Tomás Jalieza a San Dionicio, para dirigirse a Puerto Escondido.

Las causas de los bloqueos por parte de los pobladores de municipios de estos lugares, por lo general son de carácter político, tanto de municipios de usos y costumbres, como de partidos políticos.

Aunque los motivos que argumentan podrían tener algún fundamento, en los hechos son lo más parecido a disparos al aire. Al grano, los bloqueos tienen como objeto presionar a las autoridades para obtener un beneficio legítimo o no.

Los efectos de estos bloqueos en carreteras federales se caracterizan por una irritación general, ya que el turismo, los comerciantes, los trabajadores, los transportistas, estudiantes, y la población en general no pueden pasar, por lo que algunos prefieren regresarse faltando a clases, al trabajo, para buscar otras vías para dirigirse a su destino o cuando esto no es posible, simple y llanamente hacer fila esperando que alguna divinidad ilumine a los responsables de mantener la paz y la armonía social en el estado para que apliquen el estado de derecho.

Hay un factor adicional que muestra una perversión oportunista, en cada bloqueo el transporte público aumenta sus cobros, por lo que una ruta ordinaria, sin bloqueo, se paga al 100 por ciento, pero una ruta bloqueada termina costando el doble para los indefensos ciudadanos.

Todo esto tiene un nombre: I N G O B E R N A B I L I D A D.

Sin palabras.
 

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