martes, 16 de abril de 2013

Del libro de los sueños

Más bien es el diario.

Registrar los sueños genera sorpresas.

En algunos viejos diarios personales he leído sueños sumamente gráficos, coloridos y llenos de simbolismo que tal vez no sea capaz de interpretar y de los que ni me acordaba.

Pero al menos se disfrutan.

Especialmente anoche, en sueños claro, fui espectador de una raza de hombres y mujeres afromestizos que danzaban con increíble elasticidad y armonía, en un escenario con piso brillante de madera. Las personas eran jóvenes, pero estaban tristes. Sus movimientos, aunque graciosos, ágiles y vigorosos, contrastaban con sus rostros serios y graves.

En algún momento formaron un círculo en cuclillas al nivel del piso, mientras estiraban de manera horizontal una pierna, la levantaban, la cruzaban sobre, la volvían a levantar y se movían en ese círculo humano.

Los rostros hasta mostraban el sudor y en los varones, el dorso desnudo, reflejaba sobre la piel morena la luz del auditorio cuyo único espectador era yo.

El ritmo de la canción que entonaban era un canto cuyo estribillo repetía: "I'm not of the tree, I'm not of the tree, I'm not of the tree..." Pero la canción era realmente bonita, armónica y triste.

Como me pude dar cuenta que razonaba en el sueño, pensaba que sus figuras esbeltas eran bellas, que se trataba de un grupo de gente creativa. El físico de cada uno de ellos era agradable, pero se veían tristes. La canción era bonita, pero triste.

Luego pase a otro escenario en el sueño, ahí pregunté que qué significaba "I'm not of the tree" y me contestaban "yo no pertenezco al árbol".

Es un sueño, nada más.

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