Google, una de las empresas tecnológicas más importantes del
mundo, tuvo el acertado tino de programar la impartición de una serie de
talleres y conferencias de gran relevancia y utilidad dirigidos a una audiencia
de los sectores público, social y privado de Oaxaca, pero la burocracia local
no pudo brindar la atención necesaria que requiere un acto de estas dimensiones
y por falta de garantías de la parte anfitriona se canceló este acto histórico.
La empresa que se ubica entre los primeros lugares del
ranking mundial del sector denunció públicamente la falta de apoyos y garantías
de la parte estatal, lo que representa al mismo tiempo una pésima señal de la capacidad
de organización y logística de los responsables oaxaqueños.
El silencio de las autoridades de Oaxaca abona a estas
denuncias y ya los ciudadanos comentan en redes sociales no solo la incapacidad
de la parte oficial, sino, incluso, las posibilidades de que se hayan cometido
excesos o abusos en las contraprestaciones exigidas a Google, lo cual podría
tratarse de actos de corrupción.
Cualquier estado de la República Mexicana que tenga
autoridades capaces y sensibles a la modernidad tecnológica apreciarían que
Google los eligiera como destino para estas actividades de divulgación,
formación y apoyo de primera mano.
Hay que recordar, sin ir tan lejos, el enorme prestigio que
le brinda al estado de Puebla, albergar la “Ciudad de las Ideas”; o los eventos
tecnológicos que se realizan en el estado de Jalisco cuya infraestructura comercial
y de servicios tecnológicos son punta de lanza a nivel nacional; por no
mencionar otras tantas experiencias exitosas que hablan bien de los gobiernos
de esas entidades federativas.
Esta lamentable situación en Oaxaca se alinea a los errores
y vicios del gobierno mexicano por su desinterés hacia la ciencia y la
tecnología, demostrado a nivel nacional por los recortes presupuestales al
sector y por la falta de ideas precisas y objetivos claros en la materia en el
Plan Nacional de Desarrollo.
Los tiburones del marketing de otros estados ya deben estar
ofreciéndole a Google todas las facilidades para trasladar este tipo de eventos
hacia otras entidades, más comprometidas con el desarrollo y también, mejor
sensibilizadas de la autopromoción que le haría a sus gobiernos la presencia
del gigante tecnológico.
Oaxaca pierde la oportunidad de promocionar el turismo
corporativo y manda una mala señal para el mercado mundial del turismo de
convenciones.
Nuestra entidad sufre de severos rezagos educativos,
tecnológicos y de desarrollo y además deja mucho qué desear en la vinculación con empresas globales.
En el mejor de los casos en el gobierno oaxaqueño debe
prevalecer una lógica elemental, un prurito de sensatez y un acto de educación,
para disculparse y reivindicarse para apoyar este tipo de actos.
Eso es lo
deseable, a pesar de que el daño ya está hecho y ha quedado registrado en la historia
como el día en que Oaxaca le falló a Google, ¡qué pena y qué vergüenza mundial!
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