La muerte del cronista de la ciudad de Oaxaca Rubén Vasconcelos Beltrán, ha revivido la importancia del papel de la crónica municipal.
En primer lugar porque el señor Vasconcelos Beltrán -que fue, además de un gran cronista, un excelente promotor cultural y una de las personalidades más queridas por la sociedad oaxaqueña-- deja un vacío muy grande porque él sí desempeñó su papel de cronista con la relevancia y dignidad propias de una sociedad que aprecia la culta figura del cronista.
En segundo lugar, porque la ciudad de Oaxaca, tiene una vida histórica relevante, pero una vida social, política y cultural dinámica e intensa, que representa un desafío para el cronista por la dedicación de tiempo, recursos y esfuerzo para darle su justo lugar a la crónica local.
Hay algunos que confunden al historiador con el cronista. Un cronista tiene algo de historiador porque documenta hechos relevantes que puedan servir para la historia, pero no es un historiador porque no estudia el pasado, pero lo conoce y -en eso reside el secreto del cronista--- revalora, identifica, distingue (pule y da brillo, podríamos decir) y les da vigencia, a aquellos acontecimientos, personajes, situaciones y hechos que tienen trascendencia para caracterizar a una comunidad.
Otro detalle adicional de la ausencia del cronista oficial de Oaxaca de Juárez es que el ayuntamiento, en un reto verdaderamente difícil, tendrá que realizar un proceso de selección objetivo y transparente, para designar al nuevo cronista citadino.
Afortunadamente no faltan candidatos y habrá que estar atentos para conocer al nuevo responsable de tan interesante labor.
En primer lugar porque el señor Vasconcelos Beltrán -que fue, además de un gran cronista, un excelente promotor cultural y una de las personalidades más queridas por la sociedad oaxaqueña-- deja un vacío muy grande porque él sí desempeñó su papel de cronista con la relevancia y dignidad propias de una sociedad que aprecia la culta figura del cronista.
En segundo lugar, porque la ciudad de Oaxaca, tiene una vida histórica relevante, pero una vida social, política y cultural dinámica e intensa, que representa un desafío para el cronista por la dedicación de tiempo, recursos y esfuerzo para darle su justo lugar a la crónica local.
Hay algunos que confunden al historiador con el cronista. Un cronista tiene algo de historiador porque documenta hechos relevantes que puedan servir para la historia, pero no es un historiador porque no estudia el pasado, pero lo conoce y -en eso reside el secreto del cronista--- revalora, identifica, distingue (pule y da brillo, podríamos decir) y les da vigencia, a aquellos acontecimientos, personajes, situaciones y hechos que tienen trascendencia para caracterizar a una comunidad.
Otro detalle adicional de la ausencia del cronista oficial de Oaxaca de Juárez es que el ayuntamiento, en un reto verdaderamente difícil, tendrá que realizar un proceso de selección objetivo y transparente, para designar al nuevo cronista citadino.
Afortunadamente no faltan candidatos y habrá que estar atentos para conocer al nuevo responsable de tan interesante labor.