Con la Reforma Educativa se ha instaurado la evaluación docente.
Evaluar a los maestros es una obligación y un requisito para su carrera magisterial, lo cual es indispensable para garantizar la mejora y la calidad de la educación.
Evaluar a los maestros es una obligación y un requisito para su carrera magisterial, lo cual es indispensable para garantizar la mejora y la calidad de la educación.
Más allá de la retórica política de campañas electorales
para quitar la reforma educativa es posible mejorarla, pero difícilmente
omitirla.
Aún cuando la reforma se centra en aspectos de evaluación
del conocimiento(aptitudes), es necesario ampliar la evaluación a la parte de
las actitudes de los docentes y del mismo modo, favorecer la capacitación
docente desde esa perspectiva.
Dentro de los principales problemas de actitudes de los
docentes, sin importar la capacidad, la antigüedad o el género, se detectan
algunos abusos como la venta de calificaciones, el acoso sexual(tanto a mujeres
como a hombres), el bullying contra algún alumno, el alcoholismo, el
“yoismo”---en el que el docente siempre habla de él como un ejemplo de éxito,
de manera exagerada y constante--- y el abuso de autoridad, por el que presiona
o estresa a los alumnos con exigencias carentes de sentido común.
Para hablar de mi propia experiencia en Oaxaca como docente
auxiliar en la materia optativa de derecho indígena en una universidad pública
local, como coordinador de educación abierta de un subsistema estatal y también
como subdirector de plantel de educación media superior, todo esto que sumaría
una década, puedo señalar que estos problemas son frecuentes y que muchas veces
los directivos—que son personal de confianza—están atrapados entre la espada y
el poder sindical.
Al menos en las instituciones educativas por las que he
transitado se nota la ausencia de políticas de prevención de estos problemas.
Por ejemplo, la venta de calificaciones se detecta tanto
como un problema frecuente en el nivel medio superior como superior.
Desde luego, algunos docentes que ejercen estas prácticas
indebidas aprovechan la ausencia de controles y mecanismos de denuncias, de
quejas o de falta de comunicación que existen en esos ámbitos educativos, pues
en muchas ocasiones el propio personal docente sindicalizado es renuente al
establecimiento de medidas de prevención como podrían ser la instalación de
buzones para quejas o sugerencias a los directivos de los planteles.
La venta de calificaciones es un delito y también trasgrede
los valores de los estudiantes, ya que
probablemente, cuando sean profesionistas reproducirán esas prácticas. El mayor
problema se da cuando el alumno ha pagado por acreditar una asignatura, con lo
que se promueve la mediocridad o la falta de profesionalismo entre los
egresados, generando daños mayores en el ejercicio de la práctica profesional.
En estas prácticas también se ha detectado la participación
de personal administrativo, sobre todo por la falta de mecanismos de control
que brinden certeza en el registro y seguimiento de evaluaciones de alumnos.
Recuerdo el caso grave de una docente que le dijo a una de
sus alumnas de media superior: “A ti te voy a reprobar por fea”, la joven se
sintió tan mal porque ese acto de discriminación se hizo en público frente al
grupo, por lo que abandonó sus estudios y fue imposible fincarle
responsabilidad a esa maestra porque la alumna se negó a suscribir la queja
respectiva por temor a mayores represalias.
En otra ocasión una madre de familia se quejó porque otra
docente se rió en público, también frente al grupo, por la declaración de un
alumno regular que le contestó a su pregunta que él quería ser piloto aviador,
la maestra le respondió “tú sueñas mucho, ni lo vas a lograr, mejor dedícate a
otra cosa”. El joven se sintió muy mal y ya no quería continuar sus estudios de
nivel medio superior.
Para un docente con muchos años de antigüedad tal vez este
tipo de señalamientos no tienen mayor relevancia, pero en el periodo de
formación de los jóvenes, que necesitan docentes que los tomen en serio y que
los inspiren o por lo menos que los respeten, sí puede generar malestares.
Esa queja fue una de varias en el mismo sentido hacia otras
jovencitas que también manifestaban su deseo de ya no continuar sus estudios
porque nunca les cambiarían a esa maestra.
Desde luego, la gravedad de las faltas tiene su propia
graduación, pero al menos en las faltas graves se demanda de una intervención
institucional con firmeza y sin concesiones de tipo sindical.
Los jóvenes son listos y perciben con claridad las actitudes
de los docentes y a veces aprovechan esas “debilidades humanas” del maestro
para sacar ventaja, aunque moralmente sea incorrecto.
De esta manera, muchas jovencitas se dejan saludar de a beso
por su maestro y se dejan abrazar de manera intencional para que se les tenga
presente a la hora de calificar. Me he dado cuenta que en muchas escuelas
secundarias y en el nivel medio superior, los maestros saludan de a besito a
sus alumnas y las tocan con lascivia por el hombro, el brazo y la cintura.
El abuso sexual, a través de tocamientos indebidos, se
disfraza de expresiones de afecto que las alumnas no son capaces de distinguir
y detener por la imagen de autoridad que tiene el maestro frente al grupo.
También se han registrado quejas contra docentes
homosexuales que hostigan a alumnos varones.
Hay que observar que muchas de estas quejas que se generan
en el ámbito escolar no trascienden porque el sindicato funciona como protector
de los maestros y cuando se abren expedientes de investigación, en la mayoría
de los casos, el docente culpable recibe un exhorto para mejorar su
comportamiento o lo cambian de escuela.
Esta falta de ética en la docencia es común y se carece de
estadísticas por la falta de cultura de la denuncia entre los afectados. En una
ocasión un abogado defensor de oficio bromeaba sobre un maestro que tenía como
una decena de pensiones alimenticias por embarazar a estudiantes de primaria y
el sindicato sólo lo cambiaba de escuela ante las quejas de los padres de
familia.
Ahondar en el abuso sexual en el aula es un pendiente que
abriría una cloaca, sobre todo en esas comunidades marginadas donde falta
información sobre los derechos humanos, derechos de la infancia y sobre la prevención y denuncia de
delitos.
Los docentes deben de saber que si en la unidad educativa no se atendió su denuncia, dependiendo de la situación de que se trate, sus derechos están a salvo para hacerlos valer ante la autoridad competente. Es decir, las quejas se pueden formular ante Derechos Humanos y la Fiscalía o Ministerio Público.
Entre las medidas necesarias está, en primer lugar,
establecer los medios de identificación y registro de este tipo de abusos de
docentes faltos de ética.
Para esto es necesario concientizar a los padres de familia
y a los alumnos sobre sus derechos, así como informar a los maestros sobre el
alcance legal de esos actos.
Se requiere establecer mecanismos de comunicación entre las
autoridades educativas y los alumnos y padres de familia, de modo que se
escuche a la parte afectada y se brinden los elementos de defensa legítima para
la parte acusada, ante cualquier infundio.
Al nivel del bachillerato la Secretaría de Educación Pública
está avanzando exitosamente a través de la Reforma Educativa al incorporar el
Proyecto “Constrúye T” por el que se enseña a los alumnos a regular y manejar sus emociones.
Esta misma experiencia se podría trasladar a la formación
docente a través de la capacitación y la información sobre los derechos de los
niños, niñas y adolescentes, en el ámbito de la educación secundaria y del
bachillerato, mientras que a nivel de las universidades se deberán crear
mayores mecanismos de control y supervisión que eviten la venta de
calificaciones o su transacción por
otros medios fuera de las evaluaciones de rigor.
(Al momento de escribir estas líneas me entero que a través de la plataforma www.mexicox.gob.mx se está ofreciendo un curso en línea gratuito a los docentes por parte del Instituto Nacional de las Mujeres y que se llama "¡Cero tolerancia al hostigamiento sexual y acoso sexual! Protocolo para la APF".
Estas acciones son buenas e indudablemente la mejor lección es el combate a la impunidad, es decir,
castigar de manera ejemplar los abusos contra la educación y contra la dignidad
de las personas.
El ser maestro demanda de un sentido de ética como requisito
indispensable para el contacto con niños y jóvenes.
Las instituciones educativas tienen el reto de enfrentar
este tipo de problemas y establecer medidas que sean también complementarias de
la evaluación docente.
La calidad en la educación también incluye la calidad moral
de los docentes.