¿Qué tiene qué ver Victoriano Huerta con
Oaxaca?
Decíamos la vez pasada que Victoriano
Huerta pudo ingresar al Colegio Militar, siendo un joven con ambición, tras
solicitarle su apoyo directo a Don Benito Juárez.
El prócer actuó de buena fe, pero no se le
puede culpar de las acciones del Huerta viejo, de la misma manera que no se
puede prohibir el oxígeno, sólo porque contribuye a avivar las llamas del fuego
en los incendios.
Es un asunto de poder.
No es difícil imaginar qué pasa por la
mente de un hombre que ha ejercido el poder presidencial en México.
El presidencialismo a la mexicana, aun
cuando genere un rechazo enorme hacia su ejercicio, es evidente que concentra
una enorme capacidad de decisión.
Bien acomodadas las piezas en el
rompecabezas del poder político, el presidente es, sin duda, el hombre más
poderoso del país. Y aunque el poder político es efímero, ---poco veneno, pero
potente veneno al fin--- es una característica en la que radica su poderío, que
incluso envidian los hombres ricos.
Poder económico y poder político rivalizan,
pero no son lo mismo.
Por lo general, el poder económico en sus
fines es unipersonal, individualista, particular, privado. El poder público,
aunque presente escasas bases de legitimidad, también es unipersonal, pero se
respalda en la idea de lo público, en el bien común, el interés público o hasta
el interés nacional, si fuera el caso y es capaz de generar riquezas
insospechadas en el menor tiempo posible.
El poder económico y el poder público
tienen un límite, que es la vida de las personas.
Las personas, como los grandes imperios
invencibles en la historia de la humanidad, han sucumbido al paso del tiempo: nacen,
se desarrollan y mueren.
Por eso no es difícil imaginar lo que pasa
por la mente de un hombre con ambición, económica o ambición de gloria--si se
permite el reduccionismo---, que ha ejercido la presidencia en México. Aparte
se queda el hombre mediocre, al que las circunstancias lo llevaron al poder y
que nunca supo donde estuvo parado.
Victoriano Huerta, por ejemplo, que ha sido
ferozmente vapuleado ante la historia por haber usurpado el poder---un poder
bastante efímero por cierto, y tras haberlo ejercido mediocremente--- tuvo un fugaz
acto de sensatez en el que entregó su dimisión ante el Congreso, pero jamás
pudo volver a dormir tranquilo.
La idea del poder lo obsesionaba---si se
permite una caricaturización--- como la pasión encendida de un hombre que le
pide a una mujer joven y hermosa una segunda oportunidad para demostrarle que
sí puede con ella, en todos los sentidos.
El último tramo de la vida de Victoriano
Huerta, de acuerdo con una autobiografía apócrifa titulada “Yo, Victoriano
Huerta” (Contenido, México, 1975), en la que se denigra la figura del general a
partir, muy probablemente de un dictado original de Huerta, con datos verídicos, y al que llenaron de adjetivos despectivos
intencionalmente para posicionarlo a modo, revela el por qué el General no pudo
dormir en sus últimos días.
Esa inquietud y la sobrada lisonjera de
otros hombres ambiciosos, empujaron a Victoriano Huerta a regresar de su exilio en Barcelona e
intentar sacar ventaja del río revuelto que había dejado en México. El contexto
internacional de la Primera Guerra Mundial propició supuestamente que el káiser
alemán Guillermo II, prometiera apoyar la reinstalación de Huerta en la
presidencia de México, a cambio de una base de operaciones militares alemana en
el país y la alineación de México con Alemania ante la inminente guerra
mundial.
Mientras tanto, la diáspora mexicana radicada
en Estados Unidos, se concentraban alrededor de Huerta, con la pretensión de
independizar a Texas, crearla en una República que se anexaría a México y
recuperar el territorio mexicano arrebatado por los Estados Unidos.
No se sabe con precisión qué pensaba Huerta
sobre estas iniciativas, pero en el libro de referencia se ufana de otorgar
grados militares a personas sin escrúpulos a cambio de dinero, por lo que se
puede inferir que les hacía juego, mientras priorizaba sus intereses.
De esta manera, Victoriano Huerta se
instaló en San Antonio Texas y con financiamiento y armamento alemán se dispuso
a intervenir nuevamente en México. ¡Qué ironía del destino! Huerta siempre se mofaba de que el plan democratizador maderista se hubiese trabajado en los Estados Unidos y el destino quiso que él mismo también diseñara su plan de recuperación del poder en ese mismo país.
Huerta desestimó el activismo de los
servicios de inteligencia estadunidenses, que estuvieron muy activos y tras
encerrar hasta en dos ocasiones al General Victoriano Huerta en prisión por
otros motivos menores---como supuestamente violar la ley de migración---,
lograron que el general se quedara tranquilo y al no poder resistir dos
operaciones quirúrgicas por problemas de salud, falleció, según el citado
libro, el 13 de enero de 1916, siendo enterrado en el Panteón Evergren, en el
Paso, Texas.
Obvia señalar que los conjurados se
dispersaron y hasta ahí quedó la intentona de un hombre que ejerció el poder
presidencial y que intentó reasumirlo hasta el final, y asimismo, terminó también
la extraordinaria idea de que México pudiera recuperar su territorio perdido
ante Estados Unidos.
(Foto: "General Victoriano Huerta" vestido de civil, tomada del libro Breve Historia de la Revolución Mexicana de Jesús Silva Herzog. FCE, México. T. II)
(Foto: "General Victoriano Huerta" vestido de civil, tomada del libro Breve Historia de la Revolución Mexicana de Jesús Silva Herzog. FCE, México. T. II)
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