Es discutible.
En esta semana se dio a conocer el
estudio realizado por la Asociación Civil “Paz, Justicia y Dignidad” sobre “La
violencia en los municipios y entidades federativas de México 2013” (www.seguridadjusticiaypaz.org.mx),
en el que se ubica a la ciudad de Oaxaca de Juárez, como el municipio más
violento de México.
La metodología de esta Asociación para
determinar el nivel de violencia en un municipio pondera seis delitos, según su
gravedad: homicidio doloso (55 puntos), secuestro (22 puntos), violación (13
puntos), lesiones dolosas (4 puntos), robo con violencia (3 puntos), extorsión
(3 puntos), cometidos en el término de un año en grupos poblacionales de más de
100 mil habitantes.
La violencia así, se refiere a tipos penales
con la mayor incidencia por cada 100 mil habitantes.
De modo que, según este estudio, el municipio de Oaxaca de Juárez ocupa por
segundo año consecutivo el primer lugar dentro de los municipios más violentos del
país, debido a su alto número de lesiones dolosas(1,239.48 por cada 100 mil
habitantes), seguido por el municipio de Zacatecas(472.29) y por Cuautitlán,
Estado de México(460.45).
Igualmente, ocupa el segundo lugar
nacional en delitos de robo con violencia (906.74 por cada 100 mil habitantes),
apenas debajo de Cuernavaca, Morelos, que ocupa el primer lugar con la tasa más
elevada (994.91) y por encima de la Delegación Cuauhtémoc del Distrito
Federal(782.72), que ocupa el tercer lugar.
En el propio estudio se señalan las
dificultades metodológicas para comparar la violencia entre municipios, lo
cual, desde luego, es un tema de discusión.
Con estos resultados, Oaxaca de Juárez
viene a ser uno de los municipios “más violentos”, pero en delitos menos
graves, según la ponderación que propone esta Asociación Civil.
Desde luego que el manejo mediático de
dicha información, le ha puesto los pelos de punta a más de uno, imaginando
probablemente que la violencia en Oaxaca de Juárez es similar a la de aquellos
municipios de México donde las balaceras están a la orden del día, donde
aparecen decapitados en lugares públicos, donde existe una ley marcial de facto
y donde el Ejército y la Marina están en cada esquina emulando las
persecuciones de malosos como en las películas del viejo Oeste.
La Ciudad de Oaxaca de Juárez no es así.
Desafortunadamente, el manejo
sensacionalista de esta información, por parte de muchos medios, contribuye a
generar confusiones, que en el peor de los casos afectaría la imagen turística
de la ciudad.
El propio estudio, contribuye a esta
apreciación en su apartado 3.8 sobre “Impunidad y violencia en los municipios”,
con algunas afirmaciones generales, evidentemente prejuiciadas y poco objetivas
sobre la causa de esta violencia en el municipio de Oaxaca de Juárez:
“El
que el municipio de Oaxaca sea el más violento del país no es una sorpresa.
“Como
revelan los datos antes expuestos, ocupa el primer lugar en lesiones dolosas,
con una tasa que es 10 veces más elevada que la nacional. Tiene además el
segundo puesto nacional en robo con violencia, el sexto en extorsión y el
undécimo en homicidio doloso.
“Hay
diversas razones por las cuales Oaxaca ha llegado a esta situación, pero la principal
es el clima de desorden y agresión que desde hace varios años han impuesto en
el estado y en particular en su capital los integrantes de la Sección 22 del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (quienes dicen ser
“maestros”) y sus aliados.
“Este
grupo que parece más una asociación delictuosa que una agrupación sindical, es
un agente decisivo de la violencia por dos razones: Primera, porque sus
integrantes son autores directos de muchos delitos (sean denunciados o no).
Segunda, porque el ejemplo de su accionar violento y de su impunidad alienta un
clima social favorable a la agresión y a la transgresión de la ley.
“A
los integrantes de la sección 22 del SNTE no sólo se les toleran sus acciones
violentas, sino que incluso son premiadas por el gobierno estatal con toda
suerte de prebendas. (…)”
Esta aseveración, que parece mas bien una
opinión vaga , no es congruente con el análisis estadístico que se propone,
porque no vincula variables, ni aporta datos duros para sustentar su
argumentación. Si los maestros son “el agente decisivo de la violencia” porque
“sus integrantes son autores directos de muchos delitos”, en dónde está la
estadística que lo confirme y que nos permita apreciar la dimensión del
problema, en concordancia con el modelo de tipificación de la violencia por
municipios.
Hay que reconocer, desde luego, que la
Sección 22, con sus dificultades existenciales, no es ajena a la violación de
derechos y libertades, y que representa, además, un objeto relevante de estudio
desde la perspectiva de la gobernabilidad, pero este enfoque implicaría
abordarse con metodologías del estudio de los movimientos sociales o del análisis
político, teniendo en cuenta el marco de la crisis de la educación en México,
por ejemplo.
Por lo anterior, se percibe cierta
premura en la publicación de los resultados y una falta de mayor aquilatamiento
y precisión, especialmente en el apartado de “Impunidad y violencia en los
municipios”.
La impunidad no es ajena a la eficacia
del sistema de justicia, que ha evidenciado además su propia debacle, porque el
fenómeno del crimen ha expuesto a un sistema de justicia frágil y enfermo
frente a una poderosa epidemia de corrupción, inseguridad y violencia como
nunca antes se había visto en México.
Por otro lado, hubiera sido interesante contextualizar
esos tipos delictivos con el factor del narcotráfico (volúmenes de incautación
de enervantes, zonas de sembradío, existencia de redes del crimen organizado,
confiscación de armamento, detención de servidores públicos, tipificación
delictiva según el fuero común o federal…)
No obstante, el estudio sobre “La
violencia en los municipios y las entidades federativas de México 2013” es buen ejercicio de
aproximación a una realidad inocultable y al mismo tiempo representa una
llamada de atención para que los gobiernos municipales y estatales asuman su
ética y su responsabilidad pública frente al crimen, independientemente del
lugar que ocupen en el ranking de la violencia en México.
Por todo lo anterior, afortunadamente, no
es del todo cierto que Oaxaca de Juárez encabece la violencia en nuestro país.
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